03/May/2024
Editoriales

La fortuna del general Pablo González

Pablo González Garza fue un lampacense bragado que dejó huella en la historia de la Revolución Mexicana. Vino desde mero abajo en la escalera social siendo huérfano, creció en la cultura del esfuerzo trabajando duro en México y en Estados Unidos. Se incorporó al maderismo levantándose en armas contra Porfirio Díaz el 22 de enero de 1911, tomando Cuatro Ciénegas y Monclova. Una vez muerto Madero, se sumó a Venustiano Carranza quien le nombró general de brigada, dejándolo al mando de La División del Noreste, que asoló a los huertistas en toda la región. Entre los días 23 y 24 de octubre de 1913 atacó Monterrey, ciudad que tenía 80 mil habitantes, una importante planta industrial y era un centro ferroviario del primer nivel, pues tenía comunicación con el Golfo de México, vía el puerto de Matamoros, así como con Nuevo Laredo y Piedras Negras, y se comunicaba también con el centro del país, con la vía a Saltillo. El día 23 de octubre Pablo González atacó a las 6:30 horas y no eran las 10 horas cuando ya había tomado la Fundición, el Barrio de San Luisito, la Cervecería Cuauhtémoc y las estaciones del ferrocarril. González se instaló en la actual Casa de la Cultura, y el defensor de la ciudad, general Adolfo Iberri, tenía solo mil 700 hombres contando a los irregulares que incorporó de última hora. A Pablo González le acompañaban Jesús Carranza, Francisco Murguía y Antonio I. Villarreal con sus respectivos contingentes. Sin embargo, durante la noche, las tropas revolucionarias se dedicaron a divertirse bebiendo y olvidando sus responsabilidades militares. Además, al día siguiente, llegaron refuerzos del ejército federal destacamentados en Saltillo, por lo que Pablo González optó por la retirada, mostrando su inteligencia que le ubicaba con los pies en la tierra, quedándole la experiencia de que en Monterrey no se puede luchar si no se tienen todos los hilos totalmente amarrados. Su trayectoria tiene muchos éxitos militares y algunas manchas, como la supuesta traición a Emiliano Zapata por la vía de Jesús Guajardo. De esto no hay documentos probatorios, pues ese tipo de operativos no se escriben, así que le daremos el beneficio de la duda acerca de su autoría en ese crimen. 

 Pero Pablo González era un tipo muy inteligente, y lo aprendido en la revolución más su fama le abrieron las puertas de los negocios, yéndole bien desde el punto de vista ecconómico, acumulando una buena fortuna.     

 En 1917 comenzaron a reproducirse en el país las salas de cine, y la cantante - vedette María Herminia Pérez de León, conocida como Mimí Derba, dio a conocer un proyecto para llevar a las pantallas “temas netamente históricos, que fortalezcan las tradiciones mexicanas”. Ella era una diva con buena visión empresarial y sabía que el negocio del cine sería un filón de oro a corto plazo. La bella dama, asociada con el documentalista Enrique Rosas, convenció al general Pablo González de que invirtiera en la Sociedad Cinematográfica Mexicana, Rosas, Derba y Cía, que después sería Azteca Films, en la que Mimí Derba sería la primera mujer en dirigir una película mexicana. Desde luego que no se conoce el resultado económico de la fuerte inversión que hizo el general Pablo González, pero él, una vez retirado de las luchas armadas y de la política -alcanzó a ser candidato a la presidencia de la República-, se fue a vivir a estados Unidos, pues su esposa Carlota Miller era originaria de San Antonio Texas. En ese estado de la Unión Americana invirtió todo su capital adquiriendo el Mexican American Banking Company de Laredo y, cuando sobrevino la gran crisis mundial de 1929, González pudo ampararse para pagar solamente el 15% de lo que el público hubiera depositado en sus cuentas, pero sabiendo que la gente le había confiado a ese banco por ser de su propiedad, pagó a todos la totalidad de sus inversiones, quedándose en la pobreza absoluta. En esas paupérrimas condiciones Pablo González se vino a vivir a Monterrey, muriendo en el año de 1950. En su honor, el cabildo de la ciudad bautizó la calle también conocida como avenida Fleteros de Monterrey, como Pablo González Garza, y en la Explanada de los Héroes de esta ciudad están depositados sus restos mortales…  

 

 

 

 Referencias de Sergio González, La personalidad del general Pablo González, UANL, 1999.