24/Apr/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Mayo 17 de 1942: nace en Monterrey la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística, bajo la presidencia del maestro Timoteo L. Hernández. En esa misma fecha, pero en el año 1889 había nacido Alfonso Reyes Ochoa, quien sería un eminente hombre de letras, bien llamado El Regiomontano Universal. Décadas después, también un 17 de mayo del año 1989 se inauguró el Museo de Historia de Nuevo León –antiguo Palacio Municipal de Monterrey, hoy Museo Metropolitano-, adecuado para ello durante la alcaldía de Sócrates Rizzo. Hoy haremos referencia somera de la vida de Don Alfonso Reyes, quien orgullosamente nació en nuestra Ciudad en el hogar del general Bernardo Reyes Ogazón y doña Aurelia Ochoa, en la calle Bolívar -ahora Padre Mier- número 7. Desde niño, Alfonso mostró una fuerte vocación hacia las letras y estudió sus primeras letras aquí hasta egresar del Colegio Civil de Monterrey.

Para continuar con sus estudios se mudó a la ciudad de México inscribiéndose en la Escuela Nacional Preparatoria, y después en la Escuela Nacional de Jurisprudencia graduándose de abogado en 1913. De acuerdo a su vocación desde su llegada a la Ciudad de México se involucró con escritores e intelectuales de la talla de José Vasconcelos y Antonio Caso, entre otros, que fundaron el Ateneo de la Juventud. La Revolución Mexicana le trajo malas noticias, pues Alfonso Reyes vio morir a su padre al inaugurarse la llamada Decena Trágica y se fue a Europa, residiendo en Francia y después en España de 1914 a 1924, donde maduró como escritor e investigador literario, dedicándose a la traducción de obras clásicas. Se interesó por Sor Juana Inés de la Cruz, a quien le dedicó uno de los primeros estudios profundos de tan distinguido personaje.

Se convirtió, gracias a sus textos y poemas, en un conferenciante de clase mundial, dictando conferencias en las más importantes universidades y foros del planeta. Fue ministro en Francia y embajador en Argentina, donde se vinculó con Bioy Casares así como con Jorge Luis Borges, quien fue su discípulo. Se convirtió en el más preponderante ensayista latinoamericano según el criterio de Borges, y presidió la Casa de España en México, antecedente del Colegio de México, presidiendo y fundando El Colegio Nacional. En 1949 estuvo a punto de obtener el premio Nobel de literatura propuesto por Gabriela Mistral, pero como suele suceder en nuestro país, un movimiento nacionalista mexicano se le atravesó arguyendo que Reyes escribía mucho sobre la cultura griega y muy poco sobre la cultura mexicana. Esto mermó sus posibilidades y no se le concedió. Una década después, el 27 de diciembre de 1959, murió en la ciudad de México, y sus restos mortales descansan en la rotonda de las personas ilustres. Su nombre es inmortal debido a que en su honor existe la biblioteca “Capilla Alfonsina” en la UANL, y en la Ciudad de México, hay otro centro bibliotecario con el mismo nombre. Además hay calles, avenidas, colegios, y universidades privadas que se llaman orgullosamente “Alfonso Reyes”.