Un día de verano caluroso, Hodja se bajó de su burro a descansar a la sombra de un nogal, cerca de una plantación de sandías. Observando el paisaje, dijo después de media hora:
_Qué extraño que Dios haya creado a las sandías que crecen en tan fino tronco, y a las pequeñas nueces que brotan de un árbol tan inmenso.
Al rato, una nuez cayó del árbol y golpeó su cabeza.
Sobándose en la parte adolorida de su cráneo, dijo:
_¡Dios sabe lo que hace! Si las sandías crecieran en árboles ahora tendría yo mi cabeza rota.
Cuento popular turco, versión libre mía