02/May/2024
Editoriales

El precio de los besos de Marilyn Monroe

Ahora con la competencia de Netflix, Amazon Prime y otros canales (Streaming) de televisión privados que ofrecen una suscripción y ‘servicio a domicilio’, que filman algunas de sus propias películas y series, Jóligud terminó siendo más recuerdo que realidad. 

Pero vale recordar que en los años setenta muchos estudios cinematográficos se mudaron a la periferia de Los Ángeles porque los precios de los inmuebles de la zona se dispararon debido a su glamur, pues se podía saludar en persona, aunque fuera de lejos, a los actores cinematográficos. 

Había quienes se la pasaban caminando por ese lugar con la esperanza de ver en persona a Marilyn Monroe, Clark Gable, o a otras luminarias del cine… 

Este es un fenómeno que sucede en ciertos lugares, como en los ‘popofones’ clubes deportivos del Área Metropolitana de Monterrey, en donde uno puede saludar a los ricos como si fueran humanos.

Claro que existe aún el Hollywood Boulevard donde las estrellas van a dejar marcadas sus huellas y sus nombres; el Hollywood Roosevelt hotel, donde se entregó la primera vez los premios Oscar; el Teatro Chino de Grauman -el teatro de los estrenos-, y por supuesto al gran rótulo de la montaña con el nombre de ese legendario lugar, que fuera la Meca del cine. 

Hollywood quiere decir “bosque de acebo”, y lo bautizó así su promotor inmobiliario porque en 1880 a su esposa le gustó para nombre del rancho que adquirió y era cercano a la gran ciudad angelina. Y esa propiedad terminó siendo en 1911: Jóligud. 

Allí se fundó el primer estudio cinematográfico debido a que su ubicación era lejana del tal Edison, aquel famoso inventor que patentaba todo lo que tuviera qué ver con el cine y la electricidad, lo que terminó expulsando de Nueva York a esa industria pues ya le pagaban regalías por todo a ese señor. Pero eso ya será otra historia.

Lo cierto es que Jóligud es ahora más mito que realidad pero continúa siendo, como dijo Marilyn Monroe, el lugar donde “te pagan mil dólares por un beso y cincuenta centavos por tu alma”.  

Por cierto ¿cuánto cobraría ahora por un beso esta mujer -si viviera y tuviera intactos sus encantos- que se hacía llamar como la más bella del mundo?