Internacional

EEUU: 36 personas reportan abusos en centro de menores

PORTSMOUTH, Nueva Hampshire — Más de dos docenas de hombres y mujeres dijeron haber sufrido abusos físicos, sexuales y emocionales cuando eran niños en un centro de detención de menores en el estado de Nueva Hampshire en un periodo de tres décadas, según abogados que presentaron una demanda colectiva en su nombre.

La demanda se presentó el sábado ante el Tribunal Superior del Condado de Merrimack, seis meses después de que dos exasesores fueran acusados de violar de forma reiterada a un adolescente en el Centro de Desarrollo Juvenil en Manchester a finales de la década de 1990. La víctima de ese caso es ahora el principal demandante en la demanda presentada por abogados que representan a otras 35 personas que dijeron haber sufrido abusos entre 1982 y 2014.

La demanda alega que probablemente cientos de menores fueron agredidos, señalando a los registros de internos del centro a lo largo de los años y al tiempo que estuvieron empleados allí los supuestos agresores.

“Esta demanda pretende exigir responsabilidades al estado de Nueva Hampshire y a otros por las vidas que destruyeron para siempre, y traer un cambio sistémico para que esto no pueda volver a ocurrirle a otro niño en Nueva Hampshire”, señaló el texto de la demanda.

Las víctimas que han denunciado tenían entre 11 y 17 años en el momento de los abusos y los agresores eran tanto hombres como mujeres, dijo el abogado Rus Rilee a The Associated Press. De los 36, unos 30 denunciaron abusos sexuales, físicos y emocionales, que se les privó de una educación y se les retuvo en aislamiento, mientras que los demás cumplen una o más de esas categorías, indicó Rilee. Se les aterrorizaba para mantenerlos callados e incluso a los que buscaron ayuda cuando tenían ojos amoratados, el rostro hinchado o genitales que sangraban se les dijo que los abusos no habían ocurrido, según la demanda.

“Esos niños y niñas fueron retenidos y después golpeados, violados y torturados por empleados del estado cuyo único deber era protegerlos”, dijo Rilee. “La gente que estaba al mando sabía lo que pasaba, y lo taparon”.

The Associated Press no suele identificar a víctimas de agresiones sexuales, pero David Meehan, que ahora tiene 38 años, dijo que quería denunciar públicamente tras darse cuenta de que tanto él como otros no habían sufrido solo a manos de empleados concretos, sino de todo un sistema.

“No hicieron nada de lo que se suponía que debían hacer para protegerme como persona o ninguno de mis derechos como ser humano”, dijo Meehan. “El sistema de justicia juvenil necesita alguna clase de supervisión. Comprendo la necesidad de privacidad para proteger a los niños, pero han puesto tanta opacidad sobre todo que no sabemos si los niños están a salvo”.

La demanda enumera a una docena de acusados, incluidos el estado, el centro de detención y las agencias que lo supervisan. También menciona a los dos exasesores que afrontan cargos penales -Jeffrey Buskey y Stephen Murphy- y a otros cuatro hombres que trabajaron en el centro. La institución aloja a menores cuya detención ha sido ordenada en el sistema de justicia juvenil.

El Departamento de Salud y Servicios Humanos no hace comentarios sobre casos pendientes y derivó las preguntas a la oficina del secretario de Justicia, que en julio anunció una amplia investigación penal sobre el centro. Una portavoz de esa oficina no respondió a una petición de comentarios el sábado, al igual que los abogados de Buskey y Murphy.

Meehan, que estuvo en el centro de detención entre diciembre de 1995 y enero de 1999, rechazó comentar su estancia allí porque el caso penal está abierto. Pero la demanda describe años de supuestos abusos que comenzaron en torno a un año después de su llegada. Buskey está acusado de ganarse la confianza de Meehan con dulces, asignándole trabajos codiciados y consiguiéndole una plaza en el equipo de baloncesto de una escuela secundaria local. Pero a principios de 1998, Murphy y él empezaron supuestamente a violarle y pegarle casi a diario.

La demanda también alega que un tercer empleado violó Meehan una vez mientras otro empleado montaba guardia. Se acusa a otro trabajador de sujetar a Meehan durante las agresiones y a un supervisor de negarle ayuda. Según la demanda, el supervisor vio a Meehan llorando, con un ojo morado y el labio roto, pero cuando Meehan dijo que le habían pegado y violado, le interrumpió y le dijo “Mira chico, eso simplemente no ocurre”. En la misma época, una enfermera que vio llorando a Meehan, con la cara magullada y la nariz rota, le dijo que sus lesiones parecían autoinfligidas, según la demanda.

En un post en un sitio web para reunir fondos que parecía escrito en agosto, Buskey, de 53 años y residente en Boston, dijo ser inocente y se describía como “un abuelo devoto, un padre cariñoso y una persona amable”.

Murphy, de 50 años y que vive en Danvers, Massachusetts, trabajó hasta julio como asistente en el club para los Medias Rojas de Boston, que le suspendieron sin sueldo. Su abogado dijo que no conocía a la víctima y negaba todos los cargos.

Meehan dijo que acabó en el centro de detención tras huir de un hogar donde sufría agresiones físicas y unirse a lo que describió como una banda de motociclistas que robaban. Tras una detención, dijo que le estaban trasladando de vuelta a un centro de detención previo al juicio cuando otro adolescente que ya estaba en el centro le habló de que sufría violaciones y golpizas. Meehan dijo que convencieron al agente de policía que iba con ellos para hacer una parada e ir al servicio y después se fugaron, aún esposados. Estuvieron dos semanas prófugos hasta que fueron detenidos

“Este era un hermano mayor cuidando de mí”, dijo. “Me estaba diciendo que no dejaría que yo cayera en eso”.

Desde su liberación, Meehan se ha casado y ha criado a tres hijos, y durante años tuvo una empresa de construcción de viviendas y reparación de tejados. Pero también ha sido detenido por conducir ebrio y por robos, que dijo haber cometido para pagar una adicción a la heroína que en ocasiones llegó a costar 500 dólares al día. El alcohol y las drogas le permitían evitar pensar en su pasado, señaló. Su esposa, Erin Meehan, con la que empezó a salir de adolescente, dijo que no supo nada de los abusos hasta 2017, cuando él le dijo “Me violaron”.

En una larga entrevista, en ocasiones entre lágrimas, David Meehan dijo estar decidido a dar la cara por otras víctimas.

“Se trata de que la gente rinda cuentas por sus acciones”, dijo. “Yo tengo que afrontar juicios por cosas que hice mal, lo que parece bastante mezquino comparado con lo que hicieron estos tipos. ¿Por qué debería cualquiera de los sobrevivientes seguir asumiendo la carga de su sucio secreto?”.