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Dolores del Río: La gran diva del cine mexicano

    

 

Recordamos a una de las estrellas más grandes del cine mexicano a más de un siglo de nacimiento.

Hubo una época en el cine mexicano en que la palabra “estrella” no era suficiente para describir a un puñado de personas tan talentosas e imponentes que engalanaban las pantallas nacionales. Ahí, el llamado star system, se conformaba por nombres como Mario Moreno “Cantinflas”, Jorge Negrete, María Félix, Arturo de Córdova, Pedro Armendáriz y Dolores del Río.

Ahí, Dolores Asúnsolo y López Negrete de Martínez del Río se toparía con una realidad que sus penetrantes ojos negros no habían visto antes. Los estallidos de los cañones, los rostros de toda una nación luchando y las historias de la gente más valiente que sacrificó todo por un país mejor se quedarían para siempre en el alma de Lolita –como le decían sus seres queridos– y que, más adelante, la llevarían por el camino del éxito.

Luego de un breve pero exitoso paso por Hollywood –donde destacan títulos como el filme silente Ramona (1928), El ave del paraíso (1932) producida por el legendario David O. Selznick o Flying Down to Rio (1933) al lado de Fred Astaire y Ginger Rogers– Dolores volvió a un México cuyo corazón revolucionario seguía latiendo. Flor Silvestre (1943) marcaría su debut en el cine mexicano y a partir de ahí, su filmografía se llenaría de historias inspiradas en la valentía y la humildad de una nación que la consolidarían como una de las mejores actrices de nuestra historia.

“En sus papeles sucesivos de campesina afectada por la revolución, de indígena lapidada, de prostituta y madre despojada en tiempos revolucionarios y de señorita provinciana de la alta casta hacendaria, Dolores del Río ganó un prestigio de gran actriz que nunca tuvo en Hollywood, donde fue vista sobre todo como una belleza exótica; su galán, el emotivo y recio Armendáriz, pasó con ella a la primera fila de los actores del cine nacional”, afirma el destacado historiador Emilio García Riera en su libro Breve historia del cine mexicano.

El responsable de este rápido ascenso al paraíso fue el legendario cineasta Emilio “El indio” Fernández. Él conformó un equipo con el que trabajó en su época más laureada, que incluía a Mauricio Magdaleno como guionista; a Gabriel Figueroa tras la lente y a Pedro Armendáriz junto a Dolores como protagonistas de sus historias como la mencionada Flor Silvestre (1943); María Candelaria (1943); Las abandonadas (1944); Bugambilia (1944); La malquerida (1949) y Reportaje (1953).

En su vida en el celuloide, trabajó bajo la dirección de otros grandes de nuestro cine como Alejandro Galindo en Doña perfecta (1950); Roberto Gavaldón en ese gran clásico del film noir mexicano llamado La otra (1946) y con Ismael Rodríguez en la cinta que, quizás, tenga uno de los repartos más impactantes de nuestra filmografía: La cucaracha (1958), donde compartió crédito con otra legendaria estrella nacional –y su gran rival– María Félix.

Dolores fue la primera en recibir el premio Ariel a Mejor actriz. En la noche en que La barraca –de Roberto Gavaldón– fue la gran ganadora de la primera entrega de los premios de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, Dolores recibió la estatuilla por su papel en Las abandonadas.

Más adelante, la AMACC le daría los premios en la misma categoría por sus papeles en Doña perfecta (1952) y El niño y la niebla (1954) y recibió dos nominaciones más por su participación en La otra (1947) y La casa chica (1951). Si bien sus grandes actuaciones no fueron reconocidas por un Ariel en parte debido a la suspensión de actividades de la Academia durante un largo periodo de tiempo– fue en 1975 cuando se le concedió el Ariel de Oro como homenaje a sus 50 años de destacada trayectoria.

Hablar de Dolores del Río es recordar más 60 títulos nacionales e internacionales, en los que ella no sólo compartió pantalla con los actores más talentosos e importantes de su época, sino que logró cautivar a todo un público mexicano con esas grandes interpretaciones que ahora, a más de un siglo de su nacimiento, han quedado inmortalizadas no sólo en miles de rollos de películas sino también en la memoria fílmica de toda una nación. Hoy, a más de 100 años de su natalicio, la estrella de Dolores del Río sigue y seguirá brillando más que nunca.