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A sus casi 40 años, Basílica de Guadalupe abre sus puertas a Francisco

México.- A punto de cumplir 40 años de haber abierto sus puertas, la Insigne Basí­lica de Guadalupe recibirá una vez más a un Papa, luego de haberlo hecho por primera vez en 1979 con Juan Pablo II.

Y este será el escenario en el cual, el próximo sábado 13 de febrero, el Obispo de Roma lleve a cabo la petición que hizo a los mexicanos: "que esta vez me dejen un ratito solo delante de la imagen" de la Virgen de Guadalupe. "Es el favor que les pido, ¿me lo van a hacer?"

Por ello, quienes laboran en este recinto se esmeran por brindar el mejor servicio a los peregrinos que acudirán a ver a "La Morenita del Tepeyac", entre ellos el mismo Papa Francisco, comenta Andrés Enrique Sánchez Ramí­rez, Capellán de la Basí­lica de Guadalupe.

Francisco acudirá como un peregrino más, en la búsqueda de tener un encuentro personal con la Virgen de Guadalupe, al igual que lo han hecho millones más a lo largo de casi cinco siglos desde su aparición en 1531.

Y de ello son testigos mudos la Antigua Basí­lica de Guadalupe, el Atrio de las Américas, el Carrillón, y la Capilla de los Indí­genas, entre otras tantas estructuras que se yerguen para ver pasar a miles y miles de personas a lo largo de los años.

En entrevista, el capellán de la Basí­lica señala que el Papa llegará al templo mariano por Calzada de Guadalupe e ingresará al Atrio de las Américas, donde recorrerá los diferentes cuadrantes que se establecerán para recibir a cerca de 32 mil personas que se darán cita ese dí­a.

Posteriormente, ingresará a la Antigua Basí­lica de Guadalupe, inaugurada en 1709 y en donde se establecerá la Sacristí­a en la que el jerarca de la Iglesia Católica se revestirá para salir en procesión junto con quienes conformarán el servicio del altar.

"Cabe recordar que éste es el mismo recorrido que hizo en su momento la imagen de nuestra señora de Guadalupe el 12 de octubre de 1976", cuando fue trasladada del antiguo templo hasta su actual altar, detalla Sánchez Ramí­rez.

Para ello, dijo, se han colocado dos rampas, una frente a la antigua Basí­lica y otra para ingresar al actual templo mariano, obra del arquitecto Pedro Ramí­rez Vázquez con la colaboración de otros arquitectos como el monje benedictino fray Gabriel Chávez.

El Pontí­fice ingresará por la Puerta Santa, diseñada especialmente para la celebración del Año de la Misericordia por el mismo fray Gabriel Chavez, y en donde se prevé que el Papa encienda simbólicamente "el fuego de la misericordia".

Finalmente, el Papa Francisco celebrará la misa en la cual se prevé que estén presentes los 32 mil peregrinos distribuidos en el interior del templo, en el Atrio de las Américas y la Plaza Mariana, agregó.

Al término, el Sumo Pontí­fice será conducido hasta la pequeña capilla que se encuentra en la parte trasera del altar, en donde hará oración de cerca a la Señora del Tepeyac, al igual que lo hiciera en su momento su antecesor Juan Pablo II.

De la humilde capilla a la Insigne Basí­lica

Pero la Basí­lica de Guadalupe no fue siempre una basí­lica, ya que no tuvo esta designación sino hasta principios del siglo XX cuando el Papa Pí­o X la declaró así­ en 1904, explica el padre Andrés Sánchez.

Para que un templo sea denominado basí­lica depende de quién lo solicite, y en este caso se tuvo que considerar una serie de elementos así­ como aspectos históricos para designar a este templo como basí­lica, como también han sido denominadas la basí­lica de Nuestra Señora de Los Remedios y la basí­lica catedral de San Juan De Los Lagos.

Basí­lica significa Casa del Rey, aunque por supuesto cuando hay una imagen o advocación mariana que atrae tanta devoción se busca declarar al templo donde se alberga como "Casa de la Reina", agrega el capellán.

En este caso también cabe recordar que fue el Papa León XIII quien en 1895 dio su permiso para coronar a la Virgen de Guadalupe de manera pontificia.

Hasta antes de esto, el templo habí­a sido colegiata desde 1754, es decir, que contaba con un cuerpo de canónigos que oraban en el lugar y custodiaban a la imagen.

Pero éste no fue el primer templo, ya que en realidad los vestigios de lo que fue la primera ermita se encuentran a un costado de lo que es actualmente la Capilla de los Indí­genas, ubicada entre el templo de Capuchinas y el Pocito, señala el padre Andrés.

En efecto, agrega, hoy se puede apreciar este remodelado templo en cuya ala oriente se encuentra lo que se considera es el primer recinto donde se resguardó la imagen, "tal y como lo solicitó la Reina del Cielo, de acuerdo con la narración del Nican Mopohua.

Originalmente, explica el padre, el templo tení­a el altar hacia el oriente, ya que al ser el lugar por donde sale el sol representa a Cristo resucitado.

Desde luego, a un lado de este primer humilde templo fue donde Juan Diego levantó una humilde casita en la que se consagró al cuidado de la Virgen como una especie de sacristán y catequista a lo largo de 17 años hasta que murió en 1548.

En lugar de dicha casa, que probablemente fue hecha de adobe, se levantó una fuente en cuyo final se yergue una cruz blanca que señala el lugar donde se situó el jacalito de Juan Diego.

Sin embargo, con el paso del tiempo, la devoción mariana creció al grado que la ermita fue remodelada por Alonso de Montufar de 1554 a 1564, y años después se dio paso a la que por muchos años fue la Basí­lica de Guadalupe de 1709 a 1976.

Pero la devoción a Marí­a de Guadalupe no dejó de crecer y a este hecho se sumó también el daño causado por el hundimiento de la ciudad de México que dio lugar a que la antigua Basí­lica comenzara a fracturarse desde la mitad de su cúpula central en 1972.

Esto finalmente llevó al último Abad de la Basí­lica, Guillermo Shulemburg Prado, a plantear la posibilidad de crear una nueva basí­lica que tuviera la capacidad de recibir a las cada vez más grandes peregrinaciones.

La tienda del Arca de la Alianza y el manto de la Virgen

Así­, en cuatro años se dio la construcción de la actual Basí­lica de Guadalupe, diseñada por Pedro Ramí­rez Vázquez y fray Gabriel Chavez, quienes en un afán de lograr crear un lugar digno llegaron a construir una obra hasta hora irrepetible.

La peculiar forma del templo, explicó el capellán, es una réplica de la antigua tienda israelita en la que por mucho tiempo se resguardó el Arca de la Alianza, y que ahora alberga a la Nueva Arca de la Alianza, Marí­a de Guadalupe, quien en su vientre lleva el Verbo de Dios.

El nuevo recinto carece de pilares que obstaculicen la vista a cuanto peregrino ingrese a él, sin importar la puerta por la que entre, además de que su peculiar color esmeralda es atribuido a las láminas de cobre que la recubren y que buscan también imitar el color del manto de la Virgen, bajo el cual se refugian sus hijos.

Andrés Sánchez agrega que las obras no se detuvieron ahí­, de manera que se continuaron las mejoras del recinto con el fin de garantizar una mejor recepción de los peregrinos, de ahí­ que en 1990 se haya inaugurado el Carrillón, durante la visita del papa Juan Pablo II y también obra de Pedro Ramí­rez Vaqutez.

Este peculiar reloj marca las horas, las estaciones del año y reproduce con un mecanismo las apariciones de la Virgen de Guadalupe, conjuntando una riqueza de las culturas indí­gena, española y mestiza.

Finalmente la última zona en inaugurarse fue la Plaza Mariana, atrás del Carrillón, lo que permitirá recibir en esta ocasión hasta 32 mil personas, cifra que superará a las 16 mil que estuvieron en el atrio y 8 mil en la Basí­lica durante la canonización de Juan Diego en 2002.

Es así­ que al ingresar al Atrio de las Américas, el peregrino puede ver de frente al Cerro del Tepeyac y la antigua Basí­lica, a su derecha el Carrillón y la Plaza Mariana y a la Izquierda la Insigne Basí­lica de Guadalupe.

Como ultimo dato, el capellán nos comparte la anécdota de la Capilla Papal, misma que puede ser vista arriba de la entrada central del templo y desde la cual el Papa Juan Pablo II dijo las memorables palabras, "México sabe bailar, México sabe rezar, sabe cantar, pero más que todo, sabe gritar".