25/Apr/2024
Editoriales

El desaliento

 

Un día corrió la especie en Estados Unidos de que el diablo se jubilaría y que subastaría sus herramientas.

Salió cierto y en una casa con un garage grande, acomodó todos sus instrumentos y herramientas para venderlos al mejor postor. 

Ahí estaban a la alcance de todos el odio, los celos, la envidia, la mentira, la malicia, el engaño, la vanidad, la perversidad y los demás implementos de su propiedad.

La gente reaccionó como él esperaba, pues fueron compradores de todas las naciones , desde luego que México estaba muy bien representado.

Había ofertas si se compraban kits o varios instrumentos complementarios. Sin embargo, había un instrumento separado del resto, su apariencia era inofensiva y ya estaba muy usado y su precio era el más alto de todos.

Quienes le preguntaban al diablo por esa herramienta, respondía que se llamaba “Desaliento”.

 

_¿Y por qué es el de más alto precio?, le inquirió uno de los compradores

_Por su utilidad, respondió el diablo. Es el más útil de todos, pues cuando entro en la conciencia de un ser humano y no puedo manipularlo por su fe o su fuerza de voluntad, utilizo el desaliento para hacer todo lo que yo quiera con esa persona. 

 

_Ciertamente está muy gastado porque lo usó casi todo el mundo alguna vez, y como muy pocas personas saben que me pertenece, puedo abusar de él, comentó el diablo.

 

Nadie traía tanto dinero para comprárselo, así que esa herramienta sigue siendo  propiedad del diablo (que finalmente no se retiró).

Por eso es indispensable fortalecerse. Es muy fácil caer en el desaliento cuando las cosas salen mal en la familia, en el trabajo y en nuestros proyectos de vanidad. 

Todos tendemos a desalentarnos cuando un amigo nos miente, o vemos los primeros signos de desamor del ser querido...

Estemos alertas contra el desaliento. Al fallar o tropezar con algo, no debemos entregarnos a él, porque siempre hay la posibilidad de reempezar o recuperar lo perdido. 

 

 

Cuento sudamericano, versión libre mía.