En el año de 1980 el Colegio de Ingenieros Civiles del estado dictaminó que la Montaña Rusa instalada en el Parque Alamey de nuestra Ciudad, que había sufrido un percance, debería clausurarse por la inseguridad estructural.

El alcalde Pedro F. Quintanilla Coffin aceptó hacerlo, no sin antes solicitar otro peritaje que terminó reforzando lo dicho por los Ingenieros Civiles de Nuevo León, y la vieja estructura de acero y madera se clausuró.

Cuatro décadas después, en septiembre de 2019, hubo un aparatoso accidente en la Montaña Rusa de la Feria de Chapultepec en la Ciudad de México, que cobró dos vidas jóvenes.

Desde luego que esa Montaña Rusa debió clausurarse previamente en forma momentánea o definitiva como se hizo en Monterrey, para prever la posible falla.   

Los riesgos de accidentes en las estructuras de uso intensivo aumentan por falta de mantenimiento, y el responsable de dárselo no es la autoridad, sino el concesionario, pero la autoridad debe revisar sistemática y periódicamente sus condiciones para el uso público.

Aunque desagradable, el hecho de suspender el servicio del Metro en la Línea 2 que pasa por la Ciudad Universitaria, es digno de reconocimiento, pues siempre será preferible dejar de dar un servicio peligroso que darlo sin mantenimiento, aunque haya justas reclamaciones de los usuarios, y se pague un costo político.

El precio del accidente de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México fue de 26 vidas humanas y eso es, véase por donde se vea, un crimen.

De nuevo comparo: si las autoridades de la Capital hubieran actuado como las locales, clausurando la Línea 12 para darle mantenimiento, la patria tuviera esos 26 soldados perdidos lamentablemente en una batalla inexistente. 

Creo que en las escuelas primarias debería ser obligatorio que los niños escribieran diariamente una plana de su cuaderno con la frase: debo dar mantenimiento a mi cuerpo y a todas mis pertenencias.

Porque esta generación de adultos ya no aprendimos la importancia que tiene este concepto.