02/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Agosto 19 de 1847: Se celebra la famosa batalla de Padierna en la que el ejército invasor norteamericano derrota al nacional. Este día chocaron los dos ejércitos en la zona de San Ángel, Contreras y Tlalpan, estando al mando de los nuestros los generales Gabriel Valencia y José Frontera, quienes dependían del general Antonio López de Santa Anna. Iniciaron las hostilidades con disparos de artillería por ambos lados y durante el curso de la mañana nadie podía darse por ganador, pero después del mediodía, las armas mucho más modernas y las estrategias militares más sofisticadas, le dieron la ventaja a los invasores, y del lado mexicano se advirtió una falta de apoyo entre las diversas instancias del frente defensor, pues cuando Valencia requería urgentemente apoyo, Santa Anna no movió un dedo para dárselo, quedándose como observador de la pelea desde San Ángel, por lo que a esas alturas ya era claro que los norteamericanos habían vencido. Llegó la noche y al amanecer del día 20 las tropas mexicanas salieron de Padierna reculando rumbo al convento de Santa María de Churubusco. El refuerzo que sí les llegó fue el del batallón de San Patricio, formado por los irlandeses que habían desertado desde Monterrey para unirse a los mexicanos. Ya en Churubusco, el ejército defensor estaba bajo las órdenes de los generales Manuel Rincón y Pedro María Anaya, quienes pelearon junto con los suyos como gatos boca arriba, hasta el último cartucho. Al cesar los disparos, llegó al interior del convento el general David Twiggs quien les exigió a los mexicanos que se rindieran y entregaran sus armas y municiones. En ese momento, el general Pedro María Anaya le responde con una voz fuerte: ‘Si tuviéramos parque, usted no estaría aquí’. El invasor reconoció el valor de Anaya y de los sodados mexicanos, pero se ensañó con los irlandeses, a quienes trató como traidores. Ejecutó a la mitad y a los demás los azotó y marcó sus rostros con un fierro ardiendo, como se marca a las reses, con la marca en forma de ‘D’ que significa ‘Desertor’.

 Esa alevosa invasión y su asquerosa derrota nos dejó la lección de que los mexicanos debemos estar unidos, porque divididos siempre seremos presa fácil para cualquier potencia que nos agreda. Ojalá que los actuales gobernantes busquen la forma de unirnos, porque para dividirnos no necesitamos del gobierno, cualquier competencia deportiva o diferencia de criterio lo consigue.