Editoriales

El olfato en el agua

 

Es increíble cómo migran las especies marinas, y eso requiere del apoyo de varios sentidos que superan a los que tenemos los humanos. Sabemos del sistema de eco localización parecido al radar que tienen los murciélagos para volar de noche y ubicar a sus presas de las que se alimentan; de las amplias cualidades que tienen los felinos para saltar y controlar su estabilidad, y de otras que superan a las condiciones humanas.

Y hablando del sentido del olfato, en el mundo animal hay mamíferos como el perro que tiene veinte veces más células olfativas que el ser humano, lo cual le da una ventaja real en materia de identificación de olores favorables o peligrosos para su sobrevivencia.

Poca gente sabe que entre los seres acuáticos hay olfato y ciertas especies lo tienen súper desarrollado, tal es el caso de los salmones y de las anguilas.

Los primeros nacen en aguas dulces de ríos y durante su vida se trasladan al mar, mientras que las anguilas nacen en el océano atlántico, cerca de Las Bermudas, y de allí migran a los ríos y lagos de agua dulce en Europa, donde viven por años mientras crecen, para después regresar a las aguas donde nacieron –recorriendo en total de sus vidas unos seis mil kilómetros- para reproducirse. Algunas variedades de ballenas realizan periplos de 10 mil kilómetros, lo que las hace ser la especie marina y mamífera que más distancia viaja en su vida. Otros peces como el tiburón –que tiene dos terceras partes de cerebro ocupada por su centro olfativo-, puede oler la sangre en proporción de una partícula por un millón de litros de agua.

Todos estos viajes de los animales marinos no podrían hacerlos si no tuvieran olfato, pues su vista es limitada pero perciben olores a grandes distancias, permitiéndoles sobrevivir con alimentos, a pesar de los peligros que les rodean.

El hombre a lo más que llega es a ver debajo del agua, pero de ninguna forma puede oler pues al entrar agua por la nariz de inmediato llega a los pulmones provocándole una crisis de falta de oxígeno que le puede causar la muerte si no expulsa rápidamente el líquido.