Julio 22 de 1835: el ex embajador de México en Francia, Lorenzo de Zavala, se declara en una reunión de colonos en San Felipe, Texas, a favor de la rebelión y asegura que el Gobierno de México es incapaz de reprimirlos por la vía armada. El año de 1835 fue muy malo para nuestro país. Desde que el 4 de enero entró al Congreso una mayoría de diputados centralistas, se estaba preparando la implantación del Centralismo como nuevo sistema de Gobierno.
El presidente Santa Anna, como era su costumbre, se retiró para irse a “recuperar de una enfermedad” en su hacienda veracruzana Manga de Clavo. Esto había sido el día 26 y al día siguiente el Congreso cesó de su cargo como vicepresidente a Valentín Gómez Farías, en una jugada que obviamente había sido operada por Santa Anna, pues entre él y Gómez Farías existía una paz aparente pero siempre terminaban chocando.
Así que, al otro día, el 28 de enero de 1835, el general Miguel Barragán fue nombrado presidente de México por el Congreso. Durante los meses siguientes sucedieron hechos de armas como el de Zacatecas que Santa Anna aplastó a las fuerzas locales y separó a Aguascalientes erigiéndolo como estado independiente. Esto hizo que en octubre 25 de ese año, Zavala dirigiera una proclama a los mexicanos que vivían en Texas pidiéndoles apoyo para separar ese estado de México. Se estaba fraguando la independencia de Texas, para después sumarse a Estados Unidos como una estrella más en su bandera.