"No son los monumentos, por hermosos que sean, los que dan la verdadera medida de la grandeza nacional, sino el pueblo que trabaja, sufre, goza y sobrevive a las piedras y a los nombres de emperadores y caudillos", expresó Agustín Yáñez, el 20 de noviembre de 1963 en el Monumento a la Revolución.
Yáñez, quien fue escritor, nació el 4 de mayo de 1904 en Guadalajara, Jalisco, se graduó de abogado y maestro de filosofía. Además de 1953 a 1959, fue Gobernador Constitucional del Estado de Jalisco. Y el primero de diciembre de 1964, asumió el cargo de Secretario de Educación Pública.
En este discurso, pronunciado en el sexenio del Presidente Adolfo Mateos, Yáñez, añadió:
"Los monumentos se derrumban y los nombres se desvanecen en el tiempo; más los pueblos, en cambio, están presentes siempre; son eternos; ellos son los verdaderos creadores de la civilización y ellos son, igualmente el verdadero fin de toda civilización".
Si, desde sus orígenes, irrevocablemente, la justicia propuesta por la Revolución ha sido para el hombre, como individuo y como pueblo; la libertad conquistada es a beneficio del hombre; la paz interna y externa tiende a favorecer el desarrollo íntegro del hombre; la prosperidad buscada por la Revolución tiene por fin el hombre.
"La Constitución de 1917 se abre con la consagración de los derechos humanos individuales, y se cierra con la de los derechos sociales".
La reforma agraria, el derecho del trabajo, la popularización de la educación y la salubridad, el seguro social, la reivindicación de las riquezas naturales, el sentido de las obras públicas son otras tantas manifestaciones de la misma voluntad, encaminada incesante, irreductiblemente, a que el mexicano afirme la suprema voluntad de la persona; esto es: a ser y a vivir como hombre.
Lo que ha variado son los estilos y posibilidades de realización. Unas eran las formas obligadas, instintivas, en el fragor de la lucha, y otras las reflexivas de regímenes constituidos en paz orgánica.
El temperamento y los modos de proceder eran distintos en Madero y Zapata, en Carranza y Villa, en Obregón y Cabrera. Unos eran los recursos y las experiencias anteriores a 1917, y otros los posteriores, ensanchados por sucesivos gobiernos.
Fervor y valor de Madero, de Venustiano Carranza para vencer la más difícil resistencia.