04/May/2024
Editoriales

Comer en exceso, o la muerte de Marlon Brando

Ingerir alimentos de más produce efectos negativos al organismo, y quienes padecen de este problema -la tendencia a darse atracones de comida- difícilmente aceptan que sufren de Trastorno de Apetito Desenfrenado.

Una ingesta excesiva puede ser un acto aislado que probablemente el organismo pueda recuperarse al grado de quedar intacto, pero si ya se vuelve costumbre comienzan a brotar los problemas de salud e imagen.

El trastorno del apetito desenfrenado obedece muchas veces a que el cuerpo busca una salida al estrés producido por causas diversas, y como el ingreso de energéticos libera dopamina que proporciona sensaciones placenteras, inicia un proceso degradante.

Hay muchísimos casos ejemplares, como el del actor norteamericano Marlon Brando, uno de los mejores de la historia joligudense.  

Sus actuaciones eran de hombres fuertes que vencían la adversidad, pero en su vida personal hubo grandes fracasos.

Su familia paterna fue disfuncional pues sus padres eran alcohólicos, y él fue expulsado en 1943 de una Academia Militar en Monessota, yéndose a Nueva York en donde trabajó de elevadorista y descubrió su vocación artística al matricularse en un curso de actuación, pues al pasar tres años, ya había sido contratado para el papel principal de Stanley Kowalskien Un Tranvía llamado deseo, de Tennesse Williams.

Sus películas The Wild One, Julius Cesar y On the Watherfront, le dieron fama de opositor del “American way of life”.  

Sin embargo, en los años sesenta comenzó un declive en su carrera, pues era tan indisciplinado que durante las filmaciones se colocaba tapones en los oídos para no escuchar las indicaciones del director. 

Fue hasta 1972 que revivió con Vito Corleone en El Padrino, papel que le regresó a la cúspide en todo Occidente, ganando el Oscar de la Academia. 

Pero Brando no asistió a la ceremonia de entrega, enviando a una mujer indígena que leyó una diatriba de Marlon en contra de la política gubernamental indigenista.

Trascendió que estaba engordando y su última actuación fue en 1979, en la cinta Apocalipse Now, actuando de Walter E. Kurtz, un tipo rapado símbolo de la locura americana. 

Después, ya era vox populi que Brando comía de más, y en 1990 su hijo Christian, asesinó al amante de su hermana Cheyenne, siendo sentenciado a diez años de cárcel, y después su hija Cheyenne se suicidó. 

En 1995 Brando solicitó a Irlanda su nacionalidad, huyendo de una mafia tahitiana que lo perseguía por haber sido inversionista en un atolón en Tahiti, para hacer un desarrollo que lesionaba la ecología del lugar.

Fracasó en sus tres matrimonios, procreando 13 hijos con seis mujeres, y cuando apareció en una fotografía nadie lo reconoció, pues ya acusaba el efecto de la comida en exceso. Pesaba 160 kilos y era inocultable su problema de Trastorno de Apetito Desenfrenado. Su familia le ponía candado al refrigerador para tratar de controlar su adicción a la comida, pero ni así pudo bajar de peso. En 1990 dijo en una entrevista: “a pesar de haber sido rico y famoso, mi vida ha sido miserable”. En 2004 tenía ochenta años cuando murió como resultado de la suma de cualquier cantidad de achaques que el sobrepeso le acarreó. Marlon Brando nunca tuvo atención médica física ni psicológica, y seguramente al comer en exceso la dopamina le hacía sentirse mejor. 

Esta temporada navideña se caracteriza por facilitar el acceso a mucha y muy sabrosa comida, así que debemos estar atentos a no darnos grandes atracones.