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La tormenta del COVID-19 en la iglesia católica y su capital

México - "Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades: se fueron adueñando de nuestras vidas, llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador.

Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa".

Con este fragmento bíblico, el viernes 27 de marzo, abrió el papa Francisco su homilía en la plaza vacía de San Pedro, durante la oración extraordinaria, considerada histórica por el mundo, con motivo de la pandemia de COVID-19.

Enclavado en el epicentro europeo del brote de coronavirus, el pequeño Estado de la Ciudad del Vaticano parece mantenerse como un oasis resguardado de la “tormenta furiosa” que ocurre al exterior, donde las cifras de la pandemia aumentaron aceleradamente en marzo. Pero, ¿qué pasa al interior?

El primer caso de COVID-19 confirmado en el Vaticano se dio a conocer el 6 de marzo, cuando en toda Italia la cifra total de personas contagiadas ascendía a tres mil 016 y las muertes a casi 200.

Fue el 27 de marzo, cuando un segundo funcionario de la Secretaría de Estado dio positivo al virus, que las autoridades aplicaron pruebas masivas entre los habitantes y trabajadores del Vaticano, donde hay más de mil habitantes.

Las muertes en Italia en ese entonces ya eran de nueve mil 134, en tanto que el departamento de prensa había comunicado que solo iban cuatro casos de contagio dentro del Vaticano para ese entonces, los cuales aumentaron a seis al día siguiente.

El director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni, informó que las personas afectadas eran ciudadanos y empleados, y que ni Francisco ni sus colaboradores más cercanos estaban involucrados.

Sin embargo, el virus se infiltró por toda la Vía Alessandrina hasta infectar al cardenal vicario Ángelo De Donatis, funcionario más cercano al papa, cuyo contagio fue reportado este lunes.

De acuerdo con el secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), el monseñor Alfonso G. Miranda Guardiola, el cardenal que ha enfermado es quien ayuda al papa a gobernar la diócesis de Roma. De Donatis es la séptima y última persona contagiada al interior de la ciudad.

El COVID-19 golpea al clero

Miranda dice a Notimex que la pandemia de COVID-19 ha volteado al mundo entero, incluida la iglesia. Las acciones en el Vaticano están completamente suspendidas: misas, visitas y actividades.

Continúan las actividades en todos los dicasterios –departamentos del Estado- con mínimo personal y trabajo a distancia, según lo decretado el 24 de marzo.

Sin embargo, en plena Semana Santa, tanto la Plaza y la Basílica de San Pedro, como todos los museos, están cerrados a la visita de turistas. Asimismo, el 27 de marzo se decretó que el papa oficiará todos los ritos de la celebración a puerta cerrada.

También se estableció que toda ceremonia será sin la tradicional presencia de feligreses que acuden de todas partes del mundo, como es el caso del Domingo de Ramos, el vía crucis que solía realizarse en el Coliseo y el lavado de pies que el papa hacía en sitios como cárceles.

“La acción eclesial en muchos países del mundo está completamente paralizada”, dice Miranda. Hay una suspensión total de misas y se está evitando al máximo toda actividad que implique tránsito de personas, tanto por las medidas de distancia social implementadas por los distintos gobiernos, como por recomendación de la Iglesia Madre.

En este sentido, la economía del mundo es una de las principales víctimas del COVID-19 y la comunidad religiosa considera que el sector de la fe también podría verse afectado.

“La pandemia golpea la asistencia a los templos y por tal motivo puede repercutir en el ingreso de limosnas. Entonces, la iglesia tendrá que buscar más medios para subsistir y no dejar de ayudar a los más pobres y necesitados”, dice el representante de la iglesia.

Miranda también comparte que, debido a que Italia es el país más golpeado por los fallecimientos del COVID-19 y se encuentra completamente cerrada y en cuarentena, también lo está el territorio del Vaticano. “La gravedad es máxima”, considera.

Asimismo, afirma que de acuerdo con reportes de miembros de la comunidad eclesiástica, en Italia han fallecido 70 sacerdotes y “muchas mujeres religiosas”, entre las cuales está el fallecimiento de seis monjas en un convento al norte de Italia, reportado este martes por la prensa católica.

¿Qué pasa en el clero mexicano?

En México comenzaron a suspenderse las misas de manera progresiva a partir del 13 de marzo, hasta que el 25 las autoridades eclesiásticas llamaron a cancelar todos los servicios que implicaran la congregación de personas, informa Alfonso Miranda.

Hasta el momento, la CEM no tiene reportes de sacerdotes fallecidos por COVID-19 en el país, ni ningún caso positivo oficial.

“Nos preocupa la salud de la población y sabemos que no hay vacuna todavía contra el coronavirus, por lo que todo riesgo de contagio implica la posibilidad de fallecer. Todo el contagio que pueda evitarse es bueno”, menciona.

Al igual que en el Vaticano, los ritos de Semana Santa en México se llevarán a cabo sin fieles y a puerta cerrada. Por lo pronto, las medidas se extenderán al 30 de abril, más lo que decidan posteriormente las autoridades mexicanas.

“A través de medios digitales vamos a unirnos en oración y pedir a Dios que nos ayude, tanto en la emergencia sanitaria como en el problema económico”, dice el monseñor.

Las nuevas tecnologías han jugado un papel clave en la modificación de las actividades eclesiásticas no solo del Vaticano, sino de muchas parroquias en el mundo durante la pandemia de COVID-19.

La multiplicación del uso de internet por la iglesia en la crisis sanitaria es un aspecto sobre el cual el secretario general de la CEM muestra júbilo.

“Entre todo lo malo que trajo la pandemia, lo bueno es un mayúsculo despertar en la iglesia”, concluye, aduciendo a los modos online y de streaming a través de los cuales la institución se acerca por estos días a sus feligreses.