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Cuna del hip hop, el Bronx quiere ahora capitalizar su herencia

Raperos, grafiteros, bailarines y DJs dieron a luz a principios de los setenta el hip hop en el deprimido Bronx de Nueva York. Ahora este barrio en plena renovación espera capitalizar esta herencia para limpiar su imagen.

Todo empezó en un pequeño salón común de 1520 Sedgwick Avenue, en la planta baja de un edificio de ladrillos cualquiera sobre la calle.

El 11 de agosto de 1973 Clive Campbell, conocido como Kool Herc, mezclaba fragmentos de canciones y se convertí­a sin saberlo en el primer DJ de la historia, y Coke La Rock en el primer rapero al lanzar frases habladas sobre la música.

Sobre las ruinas de decenas de edificios incendiados y arrasados ??en el sur del Bronx nació el hip hop, la combinación del rap, el DJ, el baile y el graffiti, impulsado por una generación efervescente.

Más de 40 años después, la industria convirtió el hip hop en millones de dólares pero lejos de su cuna.

Ahora, dirigentes y artistas locales quieren volver a apoderarse de este legado para revalorizar un barrio relegado de Nueva York, muy lejos del Manhattan glamoroso y el Brooklyn trendy.

La alcaldí­a del Bronx ha comenzado a recuperar varios lugares emblemáticos, como el Cedar Playground, un espacio de juegos infantil donde tuvieron lugar las primeras noches de hip hop al aire libre, y el Bronx River Community Center, el centro comunitario donde el pionero DJ Afrika Bambaataa hizo su debut en los años ochenta.

Netflix llegó también al vecindario a filmar su serie sobre el surgimiento del hip hop, "The Get Down", lanzada en agosto pasado.

- Cambiar la imagen del Bronx -

Sin embargo, hay otros proyectos estancados, como el museo del hip hop, que es relanzado una y otra vez sin conseguir concretarse nunca.

Lí­der durante muchos años del concepto de Universal Hip Hop Museum, el empresario y exproductor Rocky Bucano decidió asociarse con un inversor para darle un impulso.

Su proyecto planea ahora incorporar el museo a un conjunto de varias hectáreas situado a orillas del rí­o Harlem, que separa el Bronx del Harlem, con viviendas sociales, comercios y espacios verdes.

Rocky Bucano dice que recibió el apoyo de varios legisladores municipales y del estado de Nueva York.

Si su solicitud es aceptada por el gobierno de la ciudad, el empresario prevé acudir a "las empresas que se han beneficiado de la comercialización de hip hop" para que cooperen financieramente, e incluso a "algunos artistas que han hecho un montón de dinero con el hip hop".

"Con todo el respeto que el rock se merece, ver a artistas del hip hop entrar en el Salón de la Fama del Rock es realmente incómodo", dijo el presidente del condado del Bronx, Rubén Dí­az Jr., que cree que el nuevo museo serí­a como el salón de la fama del rap.

Para este funcionario de origen puertorriqueño, el desafí­o del museo es claramente atraer inversiones y visitantes al Bronx, que sigue siendo, en el imaginario colectivo, un barrio lleno de drogas y pandillas.

"La gente viene aquí­ y espera ver edificios destartalados", comenta.

La mala reputación de Bronx es tal que Debra Harris, que organiza desde hace 15 años recorridos guiados por sitios emblemáticos del hip hop, comienza sus tours en Harlem para suavizar el susto de sus clientes turistas.

- Murales -

Sin embargo, aunque sigue siendo el barrio con los í­ndices de delincuencia más altos junto con el este de Brooklyn, el Bronx registró, al igual que otros distritos de Nueva York, un brusco descenso de la criminalidad, con cerca de 17% menos de homicidios desde 1990.

Los inversores han sentido claramente el cambio de vientos y, en vista de los precios cada vez más inaccesibles en Manhattan o en Brooklyn, han estado apostando fuertemente desde hace varios años al sureste del Bronx.

Han comprendido bien el valor agregado de que un toque de hip hop puede dar a una calle o un edificio.

"Todos estos propietarios nos contactan", cuenta divertido BG183, también conocido como Sotero Ortiz, grafitero y uno de los fundadores del colectivo Tats Cru.

Todos quieren su mural, explica, como el edificio del barrio Hunts Point, que albergaba hasta hace pocos meses una fábrica y ahora se convirtió en un edificio de oficinas.

Los miembros de Tats Cru están encantados: tras plasmar su irreverente arte en las calles y trenes, siempre de forma ilegal, ahora han conquistado las galerí­as y decoran algunos de los más ambiciosos proyectos inmobiliarios de la zona.