Julio 29 de 1936: Manifestación obrera en a Plaza Zaragoza de Monterrey, termina en balacera con tres muertos y decenas de heridos.
La CTM nacional estaba recién fundada (febrero de 1936) su dirigencia local a cargo de Tomás Cueva organizó un mitin en la Plaza Zaragoza exigiendo: que se disolvieran los grupos de choque o Guardias Blancas, respeto a los sindicatos, y una ley de inquilinato. Los oradores fueron Tomás Cueva; Antonio Moreno, (Mineros, Metalúrgicos y Similares); y otros más, de albañiles, hoteleros y estudiantes. La trifulca se desarrolló frente al Casino Monterrey; la agresión fue a punta de bala y ladrillazos, muriendo Feliciano Alcocer, de la fábrica de Muelles Hércules; J. Guadalupe Palacios, de Unión de Artes Gráficas, y José Bárcenas, de la Unión de Empleados de Hoteles, Cantinas y Restaurantes. Quedaron heridos Tomás Cueva, el ferrocarrilero Cristóbal Reyes, Julián Yáñez, de la Fábrica de Ladrillos Refractarios, y otros trabajadores.
El parte policíaco dice que en el local de Acción Cívica Nacionalista –a una cuadra del lugar de los hechos-, encontraron miles de ladrillos, verduguillos, cuchillos, machetes, palos y armas de fuego. Ante tales evidencias, el gobernador Anacleto Guerrero, que tenía 3 meses en el poder, ordenó detener a 525 personas, entre ellas los empresarios: Alberto Margáin Zozaya, Joel Rocha, Benjamín Salinas, Andrés Chapa, José íngel Santos, Virgilio Garza, Antonio L. Rodríguez y otros dirigentes patronales. Los detenidos fueron trasladados al Campo Militar, a cargo del general Juan Andreu Almazán.
Corrió la especie de que llevarlos al campo militar era para protegerlos, pues la turba quería lincharlos. Y más porque después Almazán fue candidato a la Presidencia de la República por el Partido Revolucionario de Unificación Nacional, el Partido Laborista Mexicano y el PAN, contra Manuel ívila Camacho, candidato del PRM. Los cuerpos de los obreros fueron llevados a los Palacios de Gobierno y Municipal. Los heridos, al Hospital Muguerza. El conflicto venía incubándose desde un proyecto de Código Laboral Federal que la Coparmex impugnó en 1931 y el presidente Pascual Ortiz Rubio sostuvo. El operador de la iniciativa fue el secretario de Industria, Comercio y Trabajo, Aarón Sáenz –que acababa de ser gobernador de NL-. Este Código Laboral fue aprobado por la Cámara de diputados federales, y los patrones, encabezados por Luis G. Sada y Joel Rocha, querían que Pascual Ortiz Rubio vetara esa ley.
Sada representaba al clan Garza Sada, y "El profesor Rocha" a los empresarios menores, digamos, de Monterrey. Ambos tenían el respaldo del influyente periódico Excélsior, que dirigía el también empresario nuevoleonés Manuel L. Barragán. Así que en el mismo ring estaban los empresarios locales y el más importante periódico nacional, contra el presidente Cárdenas y el ex gobernador Aarón Sáenz.
La gota que derramó el vaso fue la huelga de Vidriera Monterrey –1º de febrero de 1936- a unos días de la fundación de la CTM nacional (24 de febrero), que obligó al presidente Cárdenas a apersonarse en Monterrey, pues el saliente gobernador Gregorio Morales estaba rebasado por el conflicto. Durante 4 días Cárdenas platicó con las partes y antes de partir, expuso 14 puntos destacando que los conflictos laborales deberían resolverse en los tribunales especializados, subiendo más aún la retórica del debate. Y sobrevino, unos meses después la tragedia que hoy recordamos.
México ha tenido gobiernos aliados a los patrones, -gobiernos de derecha-, donde los trabajadores tenían pocos derechos. Como el gobierno patronal de 30 años de Porfirio Díaz que impulsó la industria y trajo prosperidad y progreso como nunca al país, pero que jamás medió entre trabajadores y patrones. Después, llegó un gobierno revolucionario; que al coincidir su Constitución de 1917, con la revolución social de Rusia (dictadura del proletariado), se pensaba que México tendría el mismo destino, pero aquí se estableció un régimen híbrido con fuertes contenidos sociales pero en un marco capitalista. A partir de ese momento, diversos grupos obreros y patronales se organizaron para defender sus derechos.
En Nuevo León, de 1934 a 1940 se formaron organizaciones obreras como el Sindicato de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y similares de la República; la sección 19 del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros; la Sección 19 del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza; y la Federación de Trabajadores de Nuevo León, todas de inclinación comunista. Los patrones crearon asociaciones como Acción Cívica Nacionalista y se formó la primera organización unitaria de sindicatos blancos, la Federación (hoy Nacional) de Sindicatos Independientes.
La masacre del 29 de julio es la expresión más sangrienta en la pugna entre el presidente Cárdenas y los empresarios regiomontanos por el control de las organizaciones obreras. Pero La crisis se superó y poco a poco, el gobierno revolucionario fue apoyando al grupo patronal con créditos, protección ante los mercados internacionales y control político de los obreros. Por su parte, a los obreros se les dieron más y más prestaciones hasta que se llegó a un nivel digno conforme a la constitución. Esta comodidad de obreros y patrones permitió la paz laboral que el desarrollo del Milagro Mexicano requirió (entre los años 40 y 70).