19/Apr/2024
Editoriales

El Penal de Topo Chico, Tercera Parte

La Penitenciaría de la Alameda de Monterrey fue quedándose obsoleta, pues los reos estaban recluidos en pequeñas celdas y sólo eran movilizados para afanar en talleres o en trabajos forzados de obras y servicios públicos en favor de la sociedad a manera de penitencia por los delitos cometidos. 

 

Sin embargo, en otras entidades estaban peor, pues como prisiones utilizaban viejos conventos o edificios abandonados o decomisados durante La Reforma (1857) o la Guerra Cristera (1926). Estas instalaciones, además de insalubres, eran un desperdicio histórico porque se iban degradando y perdiendo valor estético

 

Debido a eso, en los años 40 del Siglo XX, el gobierno federal promovió la construcción de Penitenciarías Modernas en todo el país. Se buscaba que las prisiones fueran sostenidas en forma bipartita entre el Estado y la Federación, por lo que, de ahí en adelante, los reos federales y estatales compartirían prisiones. 

 

La Penitenciaría de la Alameda estaba rebasada; tenía 600 reos, cuando su capacidad era de 500. Además, su ubicación ya no era atractiva, pues degradaba esa parte del centro de la Ciudad y no promovía los valores de regeneración social de los reclusos, que estaban de moda en el derecho penitenciario internacional. 

 

El Nuevo Penal de Topo Chico

En 1940, el gobernador Bonifacio Salinas Leal consiguió los apoyos necesarios del presidente Manuel Ávila Camacho para una nueva Penitenciaría. Con esa voluntad política, se iniciaron negociaciones y trámites para su construcción con características de cárcel nueva, moderna y amplia. Se edificó en unos predios alejados de la mancha urbana, cerca del Cerro del Topo Chico, en un área de diez hectáreas. 

 

Así, la Penitenciaría de Topo Chico inició a operar en 1943, teniendo durante su vida útil cinco cambios de nombre: Centro Penitenciario Topo Chico; CERESO Topo Chico, Centro de Readaptación Social Topo Chico, Ceprereso Topo Chico, y Centro de Prevención y Readaptación Social Topo Chico; pero la gente le dijo siempre el Penal de Topo Chico.

 

Sus primeros moradores fueron los presos de la antigua Penitenciaria de la Alameda, los reos estatales sentenciados en los Juzgados del área rural de Nuevo León, y algunos reos federales sentenciados de Coahuila y Tamaulipas. Es necesario aclarar que muchos sentenciados estatales del área rural y los federales de los estados vecinos, se amparaban para no ser trasladados a este Penal, alejados de sus familias. 

 

La antigua Penitenciaría de la Alameda, siguió funcionando parcialmente hasta 1946; algunos reos permanecían ahí mientras eran juzgados, pues como se ha visto antes, dentro de sus instalaciones estaban los Juzgados Penales, luego fue destruida y el predio que ocupaba, fragmentado y vendido a particulares que los destinaron para funciones comerciales o servicios relacionados con el esparcimiento de la Alameda. 

 

La nueva Penitenciaría de Topo Chico contaba con cuatro edificios de dormitorios  comunitarios -bartolinas o galeras- construidos en forma de cruz con los comedores en el centro. Contaba con capilla, enfermería, escuela y talleres de carpintería, talabartería, imprenta, y forja de metales.  

 

Al lado de la Penitenciaría se construyó un Palacio de Justicia donde se instalaron los Juzgados Penales y la Procuraduría de Justicia. Para el año de 1946 ya estaban en el área del Penal de Topo Chico todos los Juzgados Penales del Distrito de Monterrey. 

 

Para disfrutar del patio, antes se debía hacer La Talacha

La gran novedad eran sus amplios patios, donde los reos se esparcían en horarios determinados. Esto se realizaba después de que cumplieran con sus labores en talleres o en los trabajos externos -conocidos como La Talacha- que incluían barrido de las calles, limpieza de carreteras y parajes urbanos. Se acostumbraba traer a los presos con el cabello extremadamente corto para distinguirlos en la vía pública. 

 

La nueva Penitenciaria mejoró la calidad de vida de los reclusos. Al desaparecer el hacinamiento se evidenciaba que la mayoría estaba de ociosa, así que se incrementaron las instalaciones de talleres con lo que podían trabajar y aportar ingresos a sus familias. Sin embargo, en el momento de que los reos contaron con sus propios recursos, se incrementó la corrupción con la venta de privilegios. 

 

Como no había regulación de la introducción de alimentos y de tabaco, se inició un incipiente mercado negro que poco a poco se incrementó.

 

El Penal de Topo Chico dio vida a ese Barrio

En tanto en el exterior del Penal de Topo Chico nació una nueva área de desarrollo. En  sus alrededores crecieron negocios de comidas para abogados, burócratas y familiares de los detenidos; algunas casas de huéspedes recibían a familiares de reos foráneos, despachos de abogados, papelerías, escribanías y otros negocios relacionados con el giro legal. Desde luego que había boleros, traperos -acomodadores de autos-, puestos ambulantes de comidas, cigarrillos y dulces. 

 

Una ruta de autobuses llevaba hasta el Penal de Topo Chico

Tal fue el incremento de transeúntes del área, que en el año de 1945 el Ayuntamiento de Monterrey debió autorizar una nueva ruta de camiones a la zona: 

 

“Acta de la sesión ordinaria celebrada por el R. Ayuntamiento de la Ciudad de Monterrey, Nuevo León, el jueves 3 de mayo de 1945, bajo la presidencia del Ciudadano Constancio Villarreal… En seguida, el Secretario del Ayuntamiento (…) por el Regidor Francisco Morales, en relación, con la solicitud presentada por el Señor Manuel Coello, (…) de que se le otorgue Concesión para una Ruta de Camiones de Pasajeros, que llevará el nombre de Mercado Juarez Palacio de Justicia”. 

 

Los primeros reos famosos

Un evento importante se dio en el año de 1959 cuando llegó al Penal de Topo Chico uno de sus primeros reos famosos: el doctor Alfredo Ballí Treviño. Un año antes, el 8 de octubre de 1959, este médico de 28 años, fue visitado en su  consultorio de la Colonia Talleres por su amigo Jesús Castillo Rangel, de 24. Luego de inyectarse pentotal sódico en el brazo a manera de droga, como parece ser que acostumbraban, o después de haber discutido, varían las versiones.  

 

Adormecido Castillo y eufórico Ballí, lo desangró en un baño contiguo al consultorio, lo desmembró cuidadosamente con un bisturí, separando las articulaciones. El conjunto separado del cuerpo fue envuelto en una manta y colocado en una caja. Un conocido que ignoraba el contenido de la caja le ayudó a semi-enterrarla en un lugar despoblado, pero esa mala sepultura permitió que un pastor descubriera el cuerpo que era olisqueado por una de las vacas que pastaban. Dio parte a la policía que, luego de interrogar a varios testigos, dio con el homicida. 

 

Alejandro Garza Delgado, agente del Ministerio Público, hizo público que el motivo del crimen fue que Castillo no quiso continuar la relación sentimental que sostenía con Ballí, causando gran escándalo social. El Juez Marco Antonio Leija condenó a muerte a Ballí, sanción vigente en esa época, aunque en 1970 la pena fue conmutada por 27 años de prisión, esa fue la última sentencia de muerte dictada en México. 

 

Las versiones periodísticas le apodaron "El Médico asesino", y "el Monstruo de la Talleres". Pero Ballí atendió a la población del Topo Chico y hasta a sus familiares consultando en el área de visitas, por lo que fue respetado dentro del Penal de Topo Chico. Ahí purgó su condena, saliendo libre en 1978. Volvió al consultorio de la Colonia Talleres, consultando a pacientes pobres hasta que murió en el año 2009. 

 

Esta historia inspiró al escritor estadounidense Thomas Harris, para describir en el argumento de la famosa película "El silencio de los inocentes", a un personaje que, en honor a la verdad, no es de un cuadro psicológico parecido; pero así lo declaró.

 

Las primeras fugas famosas. Dickes Askew Simmons

El 12 de octubre de 1959 fueron asesinados los hermanos Pérez Villagómez en la carretera a Laredo en las proximidades de Sabinas Hidalgo. Raúl, de 23 años, Martha, de 22 , Hilda, de 21 y Juan Manuel Pérez Villagómez, de 13 años, venían de regreso de San Antonio, Texas y el auto que manejaba Raúl falló y él dejó a sus hermanos en el auto estacionado para ir a buscar ayuda.

 A su regreso, Raúl encontró a su hermanos muertos y a Hilda mal herida, quien dio datos suficientes para un retrato hablado. Había sido un estadounidense, güero, de cabello cortado “a cepillo”, dientes de oro y labio leporino. La policía capturó a Dickes Askew Simmons, a quien Hilda reconoció como el asesino, pese a que no tenía el cabello cortado a cepillo ni un diente de oro, pero coincidía lo demás.

 

Simmons fue condenado a la pena máxima, e internado en el Penal de Topo Chico. La pena se conmutó por cadena perpetua y estuvo mucho tiempo asilado para que no lo  asesinaran dentro del penal; recibiendo ayuda consular, y constantemente era visitado por personal del consulado y periodistas norteamericanos. Sin embargo, en 1969 logró huir del Penal de Topo Chico, sólo para ser asesinado unos días después en Estados Unidos.

 

El Capitán Fantasma

La primera fuga famosa la protagonizó el célebre asesino “Capitán Fantasma” llamado Salvador Reyes Quezada, quien fue internado el cuatro de noviembre de 1959 y se fugó el 28 de agosto de 1962, dentro de un mueble fabricado por él, a encargo de una señora de la alta sociedad de Monterrey. Este personaje se fugó una docena de veces de diversos penales del país, y hay dudas aún si murió o escapó a Estados Unidos. 

 

 

En los años sesenta se construyó la primera cancha deportiva de béisbol, donde los reos podían practicar por primera vez deportes organizadamente, iniciándose al mismo tiempo los talleres de teatro, música y pintura.  

En 1964 el presidente Adolfo López Mateos impulsó la Ley que establece las Normas Mínimas sobre Readaptación Social de Sentenciados, que renovó el derecho penitenciario. La discusión se alargó y se promulgó hasta 1971 con presidente Luis Echeverría Álvarez. Esta reforma modificó el nombre de las penitenciarías, que serían ahora Centros de Reabilitación Social.

Modifica el gobernador Farías la vida de los internos

El gobernador Luis M. Farías modificó el sistema penitenciario de punitivo a readaptativo, y en el Penal de Topo Chico además de educación primaria y secundaria, se enseñaron oficios. Los reos practicaban deportes, ahora en dos campos de béisbol y dos de futbol soccer, más varias duelas de basquetbol y voleibol. Se establecieron programas de actividades culturales como bandas de música y grupos religiosos. 

Además se mejoró la administración de los talleres, siendo un éxito, por lo que este programa fue copiado por los demás estados de la República y por naciones como Costa Rica y Uruguay.

La corrupción en el Penal de Topo Chico

Desafortunadamente unos años después regresaron las viejas prácticas de cuotas para gozar de privilegios; se cobraba por el ingreso a los torneos deportivos; y los presos debían entregar parte de su sueldo en los talleres para poder laborar. Se dieron las primeras noticias de violación de los derechos humanos, con la aparición de tapados (pozos donde se aislaba a los reos), torturas sistemáticas y compra de privilegios.  

En los años 70 del Siglo XX aparecieron dentro del Penal puestos de comida que diferenciaban a los presos con dinero, de los pobres. Su alimentación era muy diferente; los pobres comían frijoles y sopa aguada, mientras los que podían pagar, comían tacos de bistec, mariscos o cabrito. Inició la era de diferencias marcadas entre los internos. 

 

El primer motín de presos

Con esa inercia de corruptelas se generó un fuerte descontento que estalló la década siguiente, en marzo de 1980, con el primer gran motín. Los reclusos identificados como Rodrigo Alcalá López, “El huevo”, y Carlos López Atencio, “El Cubano” desarmaron a un celador y luego, aparentemente de forma accidental o por la desesperación, mataron al director del reclusorio, capitán Alfonso Domene Flor Millán -hombre querido dentro y fuera del Penal- y a su chofer.  

 

Esto alteró a los internos que se agregaron a la revuelta y simularon que el director del reclusorio estaba secuestrado, para negociar su libertad. También secuestraron a tres secretarias del “Capi” Domene; en las negociaciones las secretarias fueron liberadas, ellas informaron a las autoridades que el director ya había muerto. Entonces se autorizó la “fuerza letal” y mataron a 4 reclusos que participaron en la revuelta. 

Los líderes del Motín El Cubano El Huevo,  exigían facilidades para escapar del penal de lo contrario asesinarían a los rehenes, pedían un helicóptero, dinero y ropa.

El gobernador Martínez Domínguez dio instrucciones al procurador Raúl Zarazúa Rocha que se les entregara lo necesario, con la condición que no se dañara a las secretarias y al chofer del director; tras 24 horas de negociaciones se les ofreció un carro y asilo en otro país; los secuestradores no daban contestación y en ese momento llegó Miguel Nassar Haro, director de seguridad federal con un grupo de agentes federales.

Los lideres del motín accedieron a negociar y el 25 de marzo, las autoridades introdujeron un carro al penal, y en el intercambio los reos entregaron a las secretarias y al chofer.

Cuando Nassar Haro preguntó sobre el director Domene, los amotinados confesaron haberlo matado desde el principio; antes de que el vehículo los sacara del Penal de Topo Chico, Nassar Haro ordenó a su gente abrir fuego. Los agentes federales acribillaron al Cubano con seis tiros, al Huevo con ocho, Manuel Flores Puga con cuatro, y Joel Coronado con dos.

Ante la respuesta violenta de las fuerzas federales los demás reos se refugiaron en sus celdas y dieron por terminado el motín.

Continuará…

 

FUENTES 

 

https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/12/5828/4.pdf 

https://www.infobae.com/america/mexico/2019/10/01/ 

https://www.cedhnl.org.mx/imagenes/publicacionesespeciales/CEDHNL_InformeEspecial_CentroPreventivoDeReinsercionSocial_TopoChico.pdf 

https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/derecho-comparado/article/view/3589/4324#N67 

http://elregio.com/Noticia/0ef044fd-28f1-430-b1c5-13aacd0813b2

https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/derecho-comparado/article/view/3589/4324

https://www.milenio.com/opinion/raul-martinez/historias-negras/el-capitan-domene-asesinato-de-un-hombre-justo

http://elregio.com/Noticia/f33848fd-1e7c-4243-aa4b-e3e6a9e227c1