19/Apr/2024
Editoriales

General Reyes, así se gobierna

La labor del General Bernardo Reyes al frente del gobierno de Nuevo León lo hizo destacar a nivel nacional. Cuando el presidente Porfirio Díaz visitó Monterrey en el mes de diciembre de l898, participó en un banquete que en su honor se ofreció, el día 20, en el Teatro Juárez. Ahí elogió al general Reyes en estos términos:

 

GENERAL REYES,

ASÍ SE GOBIERNA

 

"...Y después de estudiar detalladamente los grandes beneficios que bajo su inteligente y acertado mando alcanzó este bravo, inteligente y laborioso Estado, considero justo decirle, condensando todos los elogios que me inspiran sus obras: General Reyes, así se gobierna; así se corresponde al soberano mandato del pueblo".

 

La popularidad de Reyes creció notablemente. El trabajo estaba rindiendo sus frutos. Tenía el reconocimiento del pueblo nuevoleonés y del presidente de la República.

           

Reyes había sido designado Gobernador de Nuevo León el l2 de diciembre de l885. Para entonces, contaba ya con una importante carrera militar que había iniciado a los l4 años de edad cuando luchó en Michoacán contra los imperialistas. Era el año de l864. Cabe destacar que en ese momento, el Presidente Benito Juárez estaba en Monterrey y Maximiliano llegaba a México.

 

PARTICIPÓ EN EL

SITIO DE QUERÉTARO

 

Tenía l7 años de edad cuando tomó parte en el sitio de Querétaro. El l4 de marzo de l867 recibió una herida de sable mientras servía en el Cuerpo de Lanceros de Jalisco. El primero de abril de ese mismo año sufrió una herida en la pierna izquierda. Presenció la rendición de Maximiliano ante el General Mariano Escobedo, el l5 de mayo en Querétaro. Participó en otros hechos militares en Sinaloa, Zacatecas, San Luis Potosí y Tamaulipas.

 

Llegó a Nuevo León como jefe de operaciones militares en el año de l885. Aquí habría de llevar a cabo una de las tareas más notables que se hayan realizado en la historia del Estado. Por otra parte, aquí nació --el l7 de mayo de l889-- su hijo Alfonso, quien habría de llegar a ser una de las figuras literarias más importantes del país y a quien se le llamó regiomontano ilustre y mexicano universal.

 

Entre sus objetivos figuraban el de dar a Nuevo León paz y progreso permanentes. Inició una serie de mejoras públicas, promovió la educación y fomentó la industrialización.

 

La figura del general Reyes ha sido poco estudiada por nuestros historiadores. A nivel nacional, una importante empresa (Carso) y la historiadora Josefina Moguel han participado en la elaboración de los índices de su amplia correspondencia que se encuentra archivada en la Capilla Alfonsina, en la ciudad de México, bajo el resguardo de Alicia Reyes y ahora al cuidado de Javier Garcíadiego.

 

En los últimos tiempos, historiadores de otros Estados y de la Capital de la República, se han interesado en su vida y en su obra.

 

Sin embargo, una de las mejores biografías del general Reyes es la elaborada por el historiador norteamericano E. Víctor Niemeyer Jr. Se trata de un estudio serio, basado en documentación de primera mano. En ella, Niemeyer nos presenta al general Reyes, de cuerpo entero, con sus defectos y virtudes.

 

“Bajo él –se refiere a Reyes-- Nuevo León se convirtió en el Estado mexicano más progresista, y Monterrey, su capital, se transformó de una ciudad desierta, lánguida, en un centro industrial, el Chicago de México."

 

BERNARDO REYES Y

LA INDUSTRIALIZACIÓN

 

Así llegaron a Nuevo León numerosas fábricas. Hacia fines del siglo XIX, la ciudad de Monterrey manifestaba una positiva transformación. Y esta se debió en gran medida a las facilidades otorgadas por el gobierno de Reyes.

           

Mucho se puede decir acerca del tiempo que el general Reyes gobernó al Estado. Sin embargo, ello requeriría de un espacio mayor.

           

Con la muerte del ministro de la Guerra, Felipe Berriozábal, el ocho de enero de l900, Reyes entró de nuevo en la escena nacional, al ser designado para sucederlo. El nombramiento fue recibido positivamente por la prensa. En ese cargo, emprendió reformas y mejoras, que hicieron que el ejército tuviera una nueva imagen.

 

UNA GRAN

POPULARIDAD

 

La gran popularidad que Reyes adquirió, era una amenaza para el presidente Díaz, quien vio en el ministro de la Guerra a un posible aspirante a la Presidencia. Por otra parte, eran evidentes las diferencias de Reyes con el Ministro de Hacienda Limantour. El General Reyes presentó su renuncia el 22 de diciembre de l902 y regresó a su puesto de Gobernador de Nuevo León.

 

A pesar de todos los esfuerzos realizados por Reyes, el grupo de los científicos, muy cercano al presidente Díaz, continuó tratando de dañar su reputación, a fin de impedirle llegar a posiciones más altas. Sin embargo, la popularidad del general Reyes siguió creciendo y para el año de l909 era una de las figuras más queridas en el país.

 

SIGNIFICABA

LA ESPERANZA

 

El pueblo mexicano quería cambios. Estaba cansado ya de la dictadura del general Díaz, quien había envejecido en el poder. Reyes tenía la capacidad necesaria para sucederlo. Díaz significaba el pasado, Bernardo Reyes, la esperanza.

           

En la "Oración del Nueve de Febrero", Alfonso Reyes recuerda el momento: "Otro hubiera aprovechado la ocasión tan propicia. ¡Oh, qué mal astuto, oh qué gran romántico! Le daban la revolución ya hecha, casi sin sangre, ¡y no la quiso! Abajo, pueblos y ejércitos a la espera, y todo el país anhelante, aguardando para obedecerlo..."

           

Aquel México de l909 era reyista. Sin embargo, la lealtad de Reyes hacia Díaz y su indecisión, hicieron que el reyismo fuese muriendo. Aquel año de l909 fue el de la gran inundación de Monterrey y el del destierro de don Bernardo en una misión militar en Europa.

 

Cuando regresó a México en el año de l9ll, ya era tarde. El país estaba en plena revolución. El reyismo ya no era el mismo de l909.

           

A partir de ese momento, la existencia del general Reyes transcurre con una serie de constantes fracasos. El general Reyes se trasladó a los Estados Unidos, de donde regresó para enterarse de que ya no contaba con el apoyo que él creía. Fue entonces cuando se entregó en aquella noche triste de Linares a su antiguo colaborador Plácido Rodríguez.

 

CUANDO QUISO,

YA NO SE PUDO

 

Puede decirse que cuando Reyes pudo haber llegado a la Presidencia no quiso y cuando quiso, ya no se pudo.

 

Fue llevado a México e internado en la prisión de Tlatelolco, de donde salió el fatídico nueve de febrero de l9l3, para morir cuando intentó tomar el Palacio Nacional.

           

Así recuerda aquel instante su hijo Alfonso:

 

"Cuando la ametralladora acabó de vaciar su entraña, entre el montón de hombres y de caballos, a media plaza y frente a la puerta de Palacio, en una mañana de domingo, el mayor romántico mexicano había muerto."

 

De esto se cumplen 105 años en este mes de febrero.