01/May/2024
Editoriales

El olfato del perro inteligente

Un amigo mío invitó a su novia a un pícnic en el Río Sabinas, cerca del Paseo de la Turbina, en donde existen bellos y pintorescos lugares.

Como era un caluroso mediodía de domingo, había cierta saturación de visitantes, pues las numerosas familias eran no sólo de Sabinas Hidalgo, sino de otras comarcas cercanas que no tienen el privilegio de contar con un río.

Mi amigo salió del camino en un lugar donde se dominaba el bello panorama y estacionó su automóvil.

Bajaron del auto él y su novia cargando lo necesario para un pícnic, y caminaron breve trecho para guardar distancia de los demás paseantes, pues los novios buscan privacidad.  

Las parejas siempre quieren charlar, y pueden hacerlo por largas jornadas sin aburrirse, porque un noventa por ciento de las veces su tema son ellos, es decir, cada uno habla de sí mismo y al otro siempre le resulta interesante, por eso nunca se fastidian.

Bien, pues esta pareja platicaba de ellos mismos, pero mientras charlaban, preparaban su “mesa” que consistía en un simple mantel sobre el pasto.

Como su real interés era escuchar lo que se decían uno y otra, estaban absortos y no se dieron cuenta que se les acercó un perro, hasta que, de pronto lo vieron: 

_Uy, ese perro nos va a echar a perder el pícnic, dijo la novia.