Editoriales

El ejército desorganizado

Durante la Segunda Guerra Mundial, en junio de 1940, el alto mando francés pasaba por un periodo caótico. Los alemanes estaban crecidos en el campo de batalla y las retiradas del ejército francés se sucedían en todos los frentes, pues se daban órdenes y contra órdenes en forma recurrente, signo inequívoco de que las cosas no iban bien para Francia. El general Henry Giraud, comandante del 7º ejército francés, recibió la instrucción de París, para que se hiciera cargo del 9º ejército. Así que Giraud se lleva a su Estado Mayor con él y va a la frontera franco-belga, territorio que peleaba su nueva unidad. Luego de caminar con sus vehículos por dos horas, llegan al puesto de mando, el general Giraud desciende, camina unos pasos y queda asombrado con el cuadro: soldados alemanes le saludan militarmente. 

Un oficial se adelanta, entrechoca los talones y le da el saludo militar. 

Sin dejar de estar en posición de firmes le grita con respeto:

_¡Es usted nuestro prisionero, señor general!

Azorado, Giraud entra al puesto de mando y le informan los oficiales alemanes:

_Ha tenido mala suerte hoy. El anterior mando del 9º ejército abandonó la región hace media hora. Quince minutos después llegamos nosotros. Hubiese sido una falta de consideración no esperarlos… 

Creo que tener a un ejército desorganizado es peor que no tenerlo (Y vale también para las elecciones).