La colección biográfica del griego Plutarco llamada Vidas Paralelas contiene biografías de celebridades greco-romanas cuyas actividades se correspondían vis a vis, y luego detalla la diferencia básica entre cada celebridad y su homóloga. Esa obra ha servido de inspiración a muchos autores de trabajos diversos en los que hay correspondencia de algunos personajes con otros y hasta fuentes de tragedias como en Julio César y Coriolano, del gran Shakespeare.
En nuestro país hay varias vidas ilustres paralelas, y entre ellas sobresalen las de dos notables coahuilenses: Francisco I. Madero y Venustiano Carranza.
Ambos nacieron en poblaciones vecinas -Carranza en Cuatro Ciénegas, del desaparecido Estado de Nuevo León y Coahuila- en 1860; y Madero en Parras de la Fuente en 1873. Los dos provenían de familias acomodadas con buenas relaciones políticas: don Evaristo Madero, abuelo de Francisco, fue gobernador de Coahuila; y don Jesús Carranza, padre de Venustiano, participó activamente en la Guerra de Reforma, y fue Presidente Municipal varias veces. Venustiano Carranza aprendió sus primeras letras en su pueblo natal, igual que Francisco I. Madero; y los dos salieron a continuar sus estudios.
Aunque no tuvieron una relación política ni personal cercana a pesar de ser coetáneos -con sólo 13 años de diferencia- sus ideales políticos eran semejantes, entretejidos con el poderoso hilo del amor a México.
Ambos fueron políticos revolucionarios y presidentes de la República, asesinados cuando ejercían tan noble encomienda. Los dos nos legaron instituciones fundamentales para nuestra sobrevivencia como nación y fueron plataforma para la consecución del llamado Milagro Mexicano, fenómeno económico que potenció el desarrollo nacional. Madero nos legó la Democracia, y Carranza la Constitución que, afortunadamente, aún rigen la vida nacional.