02/May/2024
Editoriales

Poinsett el intrigoso

La política intervencionista norteamericana se estrenó con el embajador de Estados Unidos en México de 1822 a 1830, llamado Joel R. Poinsett.

Este señor llegó por el puerto de Veracruz para, supuestamente, informar a su gobierno acerca de cómo estaban la política durante el Imperio Mexicano que presidía Agustín de Iturbide.

Sin embargo, su verdadera tarea era convencer al gobierno mexicano de vender a Estados Unidos una buena parte de su territorio, como era los estados de Texas, Nuevo México y las dos Californias.

El tal Poinsett cumplió con el protocolo de ofrecer al gobierno mexicano, la cantidad de 5 millones de dólares por todo el territorio texano.

Pero no se concretó a eso, sino que durante su presencia en México se metía en todos los asuntos políticos que sucedían, y en aquel tiempo, proliferaban. Su intriga la transmitía  a todo aquel que se le acercaba, y alcanzó a dividir al país entre los que veían bien a Estados Unidos y quienes no. Esta estrategia de dividir a un país entre dos clases de personas siempre es efectiva si lo que se busca es derrotarlo.

Poinsett apoyó a la logia masónica yorkina, dejando ofendidos a los masones del rito escocés. Instigó a Vicente Guerrero y a sus seguidores a no reconocer la derrota electoral de 1828, utilizando su representación diplomática. Provocó a la población mexicana para que repudiara y expulsara a los españoles, y generó todo tipo de rumores dañinos.

En fin, el experimento de que en la embajada norteamericana se fraguaran problemas políticos nacionales, les resultó bien y posteriormente aplicaron esa misma fórmula no sólo en nuestro país, sino que la exportaron al mundo.

Poinsett murió a los 72 años, y aún se le recuerda como el pionero de la política insidiosa previa a un asalto militar a cualquier país.