Güicho estuvo bebiendo toda la noche.
Se fue a dormir hasta las cinco de la mañana en condiciones tan lamentables que no sintió su caída de la cama, dedicándose a roncar con la boca abierta en el piso y su “entusiasmo” hizo que sus familiares inventaran excusas para salirse de la casa.
Su respiración era explosiva, al grado de tragarse un animal venenoso que inocentemente pasaba cerca, quien se agarró como pudo en la garganta de Güicho para no ser digerido.
En ese momento a Güicho se le pasó la borrachera y asqueado despertó buscando ayuda pero no había nadie en la casa, así que salió a la calle.
Coincidió que por ahí pasaba rumbo al gimnasio un viejo Luchador quien, al ver la sintomatología de Güicho entendió el problema.
Sin pensarlo, se le fue encima y le aplicó un Trappings headbutt, que es un golpe con la cabeza en el estómago, y un par de Battering ram, algo parecido, pero sosteniéndole sus brazos. Acto seguido, el Luchador continuó golpeando al desdichado Güicho que no sabía si quejarse de la alimaña en su aparato digestivo o dolerse del inexplicable y despiadado ataque del Luchador.
Los vecinos salieron ante los desgarradores gemidos y el sonido de los golpes y patadas que le propinaba el Luchador al infeliz Güicho.
Finalmente, cuando ya estaba en el suelo abatido por los golpes, el Luchador le aplicó un Big splash, que es un salto cayendo en el abdomen del desdichado cuyo resultado fue que vomitó con tal fuerza que arrojó a la alimaña viva aún. Hasta ese momento entendió Güicho que aquel ataque era para ayudarlo. El Luchador se escabulló, y en su siguiente función de Lucha Libre estuvo todo el barrio presente aplaudiéndole su intervención en favor de uno de los vecinos. Güicho no fue porque andaba celebrando su sobrevivencia a dos ataques simultáneos de sendos animales peligrosos.