24/Apr/2024
Editoriales

La explosión de Beirut

 

Líbano es un país lejano que entre sus hijos muchos han destacado en diversos campos como por ejemplo el poeta Gibrán Jalil y el empresario mexicano de ascendencia libanesa Carlos Slim. Por diversas causas me he quedado con ganas de visitarlo y hace tiempo pensé que iría por lo que investigué algunas cosas, como por ejemplo, que fue una provincia de Siria, cuna de los fenicios, y poblado en buena parte por árabes cristianos. Cuando el imperio otomano se derrumbó, entre Francia y Gran Bretaña se disputaban estos territorios hasta que, en 1916, ambas potencias negociaron: Siria y Líbano para los galos mientras Egipto, Jordania e Iraq, para los británicos.

Líbano o Lubnan en árabe -que viene de Lbn y significa Blanco, o Ser Blanco-, se refiere a que el Monte Líbano se cubre de nieve por meses cada año. Su capital es la histórica y novelesca Ciudad de Beirut, que en árabe es Bayrut, principal puerto libanés, una gran urbe dividida entre cristianos y musulmanes. Beirut es, además de la Capital, el lugar en donde se concentran las mayores actividades comerciales, bancarias y académicas, pues sus universidades son muy prestigiadas. Menciono estos antecedentes porque el pasado martes sucedió en Beirut una horrible explosión -la mayor sucedida en el mundo de origen no nuclear- que costó unas dos centenas de vidas humanas, cinco mil heridos y cualquier cantidad de pérdidas materiales. Luego de una larga guerra civil que duró quince años, y de que el grupo radical libanés Hezbolá se hiciera famoso por su brazo militarizado que se enfrenta a Israel, hay predisposición a pensar que fue un ataque no un accidente. Así lo declaró el presidente Trump, sin tener pruebas porque aún no existen. 

Los videos que circulan en la red informan que por sus características visuales pareciera haber sido una explosión nuclear, pues la onda expansiva llegó hasta varios kilómetros de distancia. Pero dice el gobierno libanés que fue un accidente, y se lo achaca a que había almacenada una gran cantidad de nitrato de amonio desde hace siete años en un barco ruso denominado MV Rhosus que se decomisó cuando iba rumbo a Mozambique. Esperemos a saber el resultado de la investigación que realiza un equipo internacional, porque al interior de Líbano hay demasiado ruido y un investigador local sufriría presiones que podrían interferir sus conclusiones. Si resulta que fue accidente, no habrá más que lamentaciones, pero si fue ataque, la región y el mundo pueden convulsionarse con las respuestas de Hezbolá.