El agüero es una antigua práctica de adivinación utilizada en pueblos supersticiosos, basado en vuelo de aves, fenómenos metereológicos, que puede ser bueno a malo.  

 En la Rusia decimonónica era común, y sucedió que durante la ceremonia de coronación del zar ruso Nicolás II (1868-1918), el último zar de todas las rusias, que se realizó en el campo Jodinka de Moscú, en el año de 1894, el monarca ordenó que se repartieran regalos entre los asistentes pues muchos habían venido desde muy lejos.  

 Pero sucedió que a alguien se le ocurrió comentar que le había dicho uno de los empleados del zar que no había suficientes regalos para todos, cuando en realidad estaba preparada una bodega repleta de ellos que sería suficiente. En menos de lo que les platico, la versión dramática corrió y se produjo en forma imprevista y muy rápido, una incontenible avalancha rumbo a las mesas dispuestos con los obsequios. La estampida provocó cientos de muertos, unos pisoteados y otros asfixiados por la muchedumbre. Así se estrenó Nicolás II, como si fuera un presagio de su dramática caída y muerte junto a su familia a causa de la revolución bolchevique en julio de 1918. Es decir, allí hubo un mal agüero, pero nadie se atrevió a mencionarlo.