01/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Marzo 13 de 1915: llega a la estación de ferrocarril de Monterrey el mítico general Pancho Villa. José Doroteo Arango Arámbula se llamaba este revolucionario oriundo de San Juan del Río, Durango. Era un campesino sin tierra que, de criminal fugitivo antes de la revolución mexicana, llegó a ser un importante militar cuyas hazañas han calado hondo entre los mexicanos. Fue preso en 1912 por Victoriano Huerta, acusado de formar parte de la rebelión de Pascual Orozco, pero escapó de la prisión y se fue a Estados Unidos, para regresar en 1913 a formar su épica División del Norte, sumándose a Carranza contra el mismo Huerta, el asesino de Francisco I. Madero. Sin embargo, al derrocar a Huerta, tanto Villa como Zapata se enfriaron y terminaron enfrentados con Carranza, quien tenía en el general Álvaro Obregón a su mejor militar, quien perseguía a Villa. Es en ese contexto de enfrentamientos con Obregón cuando se realizó la visita de Villa a Monterrey, pues su causa requería de apoyos económicos y en esta tierra siempre han existido empresarios prósperos. Al día siguiente de su arribo a la Ciudad, mientras buena parte de la población estaba azorada -los padres de familia escondían a sus hijas en inimaginables chiribitiles-, Villa platicaba con un centenar de empresarios locales para darle continuidad a la breve charla que con diez de ellos había sostenido el día anterior. Esta reunión se celebró en el Palacio de Gobierno que había inaugurado el gobernador Bernardo Reyes -nadie sabe para quien trabaja, pues esta joya arquitectónica ha sufrido lo indecible en sus 114 años- un lustro antes, así que en ese bello escenario, el afamado caudillo les “solicitó amablemente” un donativo para las causas revolucionarias y humanitarias -un millón de pesos- pero los empresarios sólo reunieron 280 mil pesos, lo que molestó a Villa. Sin embargo, gracias a los buenos oficios del gobernador convencionista Raúl Madero –hermano de Francisco I. Madero-, no hubo fusilamientos como acostumbraba Villa, ni siquiera el de Carlos Cantú Garza, presidente de los comerciantes organizados de Monterrey, ejecución que el Centauro del Norte ya había ordenado. En esa época de convulsiones continuas, Nuevo León cambiaba de gobernante de acuerdo a la política nacional, pues los cambios en el centro del país invariablemente se reflejaban aquí. En ese mismo año, el lampacense Antonio I. Villarreal había sido gobernador gracias a la corriente flores-magonista dentro del carrancismo, y las fuerzas de la Convención impusieron a Madero en la gubernatura. En resumen, el trago amargo para los empresarios “donadores de recursos” duró en total once días -hasta el 24 de marzo-, cuando Villa hubo de retirarse ante el avance de las tropas de Obregón. Villa marchó a Celaya a enfrentar a Obregón, quien lo derrotó. La revolución continuó y Villa, tras su incursión en Estados Unidos atacando la población de Columbus, se convirtió en una leyenda, sólo para morir asesinado el 20 de julio de 1923 a la edad de 45 años. La figura de Pancho Villa sigue siendo motivo de polémica, pues sus admiradores no aceptan que se le difame públicamente. Existe una estatua ecuestre suya de bronce en Tucson, Arizona, de cuatro metros de altura, lo que habla bien de esa población, pues reconoce la estatura del Centauro del Norte.