25/Apr/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Noviembre 8 de 1847: Por órdenes del general Winfield Scott, militares invasores norteamericanos azotan a tres civiles mexicanos en el zócalo de la ciudad de México, aprehendidos por cargos de agresión al ejército norteamericano. A partir de ese momento, se multiplican los casos en donde la población civil se expresa de esa forma debido a su impotencia frente a la derrota militar sufrida durante la artera embestida del vecino del norte que ingresó al territorio nacional con clara intención de apropiarse de una gran porción del solar de México.

Este Scott adquirió prestigio en su país debido a que en su calidad de gobernador de México, fue implacable y su figura alcanzó altos niveles de popularidad, al grado de que fue candidato presidencial en 1852, pues su actuación en la invasión a México le redituó más extensión territorial a EUA que la conseguida por los padres de la patria norteamericana que encabezaba George Washington al independizarse de Inglaterra. Desde luego que su carácter hosco le llevó a la derrota electoral frente a Franklin Pierce, pero él siguió siendo ícono militar. En México había total desconcierto pues el presidente Santa Anna había renunciado desde el 16 de septiembre anterior y el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Manuel de la Peña y Peña había asumido por ley, la presidencia del país.

El nuevo presidente se trasladó a Toluca y desde ahí convocó a todos los gobernadores a reunirse en Querétaro para el día 12 de octubre, y Peña y Peña fue ratificado en la presidencia, al tiempo que se le pide a Santa Anna que comparezca para rendir cuentas de la derrota sufrida ante Estados Unidos y en particular por la pérdida de la capital del país. Fueron momentos muy difíciles pues estados tan importantes como el nuestro estaban gobernados por militares estadounidenses, y el 11 de noviembre es electo presidente Pedro María Anaya hasta el 8 de enero de 1848. Scott declara que seguirán ocupando el territorio nacional hasta que se llegue a un arreglo (económico), evidenciando su interés por quedarse con los territorios nórdicos mexicanos, y mientras, prohíbe que se paguen contribuciones a las autoridades mexicanas anunciando que próximamente se fijarán los impuestos que pagará el pueblo de México al gobierno norteamericano. Desde luego que todo esto era ordenado por el presidente norteamericano James Polk, el nefasto político expansionista que desde su campaña electoral prometió que anexaría Texas y ya en el poder se echó encima de mucho más territorio mexicano.

Hoy de nueva cuenta, Estados Unidos tiene a un presidente que entre sus principios básicos personales está el atacar a México, primero con la construcción de un muro que, además, quiere que nosotros lo paguemos; y cuando sucede algo que no le gusta, amaga con cancelar el Tratado de Libre Comercio entre las tres naciones de Norteamérica: México, Estados Unidos y Canadá. Su actitud es agresiva y anti mexicana, parecida a la de Polk en aquel otro momento difícil que ya comentamos. Ahora que el presidente norteamericano Donal Trump recibió un revés en la elección de los representantes o Cámara Baja de su país, y ante una caravana de indocumentados que dicen ir rumbo a Estados Unidos, pero que en la realidad la gran mayoría de sus integrantes se quedará en México, existe la posibilidad de que pronto se convierta esta movilización de hermanos centroamericanos en una amenaza de carácter prioritario.