06/May/2024
Editoriales

Epidemias en el Monterrey Antiguo, cuarta parte. De 1798 a la Influenza española de 1918

LA PESTE

Superada la pandemia de Viruela en 1798, el Nuevo Reino de León se vio amenazado por otra epidemia genéricamente llamada “La Peste”. A ella se referían como la Peste del Bubón o la Peste Bubónica, enfermedad bacteriana que genera grandes póstulas y su agente transmisor es la pulga de la rata.

 

No se sabe si entró al Nuevo Reino de León por la mexicana provincia de Texas, pues se registraron algunos enfermos en la boca del Río Brazos (cuyo nombre original era Brazos de Dios) cerca del actual Houston, Texas; o por Veracruz, pero lo cierto es que el gobernador Simón de Herrera y Leyva debió organizar de nuevo una serie de medidas -ahora contra la Peste-, en un Bando del día 17 de marzo de 1800:

 

“Bando de D. Simón de Herrera Leybas. Gobernador Político y Militar de este Nuevo Reyno de León, sobre mandar que se saquen los maíses que sobren en esta Ciudad y pongan a quemar hediondez por la mucha peste que amenaza. 

Monterrey, 17 de marzo de 1800”.

 

Ordena el gobernador quemar la basura y los desechos

“Quemar la hediondez” significaba destruir con fuego la basura y los desechos humanos que se acumulaban en ciertos rincones de la ciudad. Los más grandes se localizaban al sur de donde aproximadamente está hoy la Alameda Mariano Escobedo, es decir la manzana de Pino Suárez, Washington, 5 de Mayo y López Rayón; y otra en el extremo de Las Tenerías por donde hoy están los Condominios Constitución.

 

Además se buscaba que los vecinos llevaran sus desperdicios a los tiraderos que estaban en llamas. Esta medida era acertada pues era una enfermedad trasmitida por las pulgas de las ratas que se alimentaban de los basureros dentro de los solares.

 

La Peste cobra en Nuevo Reino de León ‘sólo’ cien muertes y en Cuautitlán 3 mil

Mientras que en el Nuevo Reino de León la epidemia fue medianamente contenida y en una década murieron acaso unas cien personas, en los primeros siete meses de 1813, en el centro del Virreinato -en Cuautitlán- murieron 3 mil 114 personas.

 

La epidemia se extendió por el mundo hispánico al grado de que en 1821 fue tema de discusión en las Cortes Generales de Madrid cuando apenas iniciaba un remedio. 

 

“DIARIO DE LAS CÓRTES. SESION DEL DIA 16 DE MARZO DE 1821. Un oficio del secretario de la gobernación de la península, manifestaba que deseando el Rey premiar el mérito contraido por el profesor de medicina don Buenaventura Casals, pasando á la isla de Mallorca en época en que los habitantes fueron atacados por la peste del Bubón. (sic.)”

 

EL CÓLERA

 

Otra nueva enfermedad iniciaba -según estudios recientes- en 1817. Una nueva cepa del vibrio cholerae -agente del cólera morbus- apareció en las planicies hindúes entre los ríos Bengala y Jessore. Esta bacteria se trasmite por las heces fecales, bebidas y alimentos contaminados. Como los barcos son rápidos transmisores de la enfermedad, en Nueva York mató a 3 mil personas, en Moscú y Londres cerca de 4 mil y en Nueva Orleans más de 5 mil.

 

En febrero de 1833 el Cólera ya estaba en La Habana y, para abril de 1833, había casos en Texas, Tamaulipas, Veracruz, Campeche y Yucatán. A nuestro Monterrey llegó el 13 de julio de 1833. Y antes de un mes, el 10 de agosto de 1833, todo el país estaba asolado por la enfermedad, el presidente Antonio López de Santa Anna apuntaba:

 

_Una plaga asoladora que el Asia vomitó sobre la Europa, y que de ahí pasó por desgracia a nuestro continente, en muy pocos días ha arrebatado a la patria muchos miles de sus defensores. El deber militar nos llamó al estado de Guanajuato para  protegerlo contra la invasión de los enemigos del reposo público; y cuando íbamos a dar el último golpe a la revolución, la cruel epidemia pesaba en toda su fuerza sobre las poblaciones del tránsito, y descargó su furia en nuestras filas.

 

Fue durante esa crisis que llegó a Monterrey el 12 de noviembre de 1833, José Eleuterio González, quien sería apodado cariñosamente ‘Gonzalitos’, en su calidad de practicante de medicina integrándose al equipo del fraile regiomontano fray Gabriel María Jiménez.

 

Llega el cólera en el peor momento, cuando llovía en nuestra Ciudad.

Algunos pacientes eran atendidos en el Convento de San Andrés -donde hoy está el Círculo Mercantil y el Edificio Kalos-, y otros en el Hospital de Nuestra Señora del Refugio -hoy Museo de las Culturas Populares-. La epidemia no pudo llegar en peor momento, justo en tiempo de lluvias. En sólo cuatro meses murieron en Monterrey 608 personas en una Ciudad de 13 mil 645 habitantes; y en todo el Departamento de Nuevo León fallecieron casi cinco mil personas.

 

Se edifica el Templo de San Caralampio, protector ante las epidemias

Como otra solución al problema, en las calles del Puente de Guerrero (Guerrero)  y la de la Alameda Vieja (15 de Mayo) una familia piadosa de la Ciudad construyó la Capilla de San Caralampio, patrono de las epidemias. Allí el pueblo se reunía para pedir el cese de la epidemia, pero la Capilla duró hasta que sobrevino la invasión norteamericana pues fue saqueada, aunque el cuadro de san Caralampio se rescató.

 

Declara el gobernador Manuel María de Llano el fin de la epidemia en 1833.

Con las medidas de sanidad que consistieron en limpiar acequias y eliminar los muladares urbanos y domésticos, para fines de 1833, la epidemia empezó a ceder; el médico práctico, federalista y héroe de nuestro estado Manuel M. De Llano anunciaba el fin de la epidemia:

 

Carta de Manuel M de Llano en la que dice al Alcalde 1° Constitucional de esta capital que observando que la peste del colera, ha desaparecido de esta capital completamente, y por acuerdo del Ayuntamiento y el Cabildo Eclesiástico se celebrará una misa solemne en acción de gracia a la divina providencia, con la asistencia del Gobierno y todas las autoridades.

 

La epidemia mató 324 mil personas aproximadamente en todo el país y varios millones en todo el mundo, pero es imposible contabilizarlos porque en India, China y otros países no se llevaron cuentas reales, en Estados Unidos el número alcanzó mas de  medio millón de fallecidos.

 

Aunque la mayor mortandad se presentó en 1833 el Cólera siguió matando gente en México hasta 1849.

 

 

LA FIEBRE AMARILLA

 

En la década de los años cincuenta del siglo XIX apareció la Fiebre Amarilla o Vómito Negro, trasmitido por el mosquito Aedes ægypti (que trasmitía y sigue transmitiendo una decena de enfermedades; es el mosquito más adaptado a vivir en nuestras ciudades, en los cacharros).

 

Los primeros casos se dieron en Yucatán traído por comerciantes británicos de henequén, pronto fue extendiéndose por la costa y los humedales, dejando a salvo el corazón de la República y el occidente donde hay menos mosquitos.

 

Pese a haber afectado gran parte del mundo, no fue Pandemia pues perdonó a los lugares fríos y secos del planeta; sólo afectó las costas y lugares húmedos.

 

Cerca el presidente Juárez a Tamaulipas y el Nuevo Reino de León por Fiebre Amarilla; Vidaurri levanta la veda.

Pero en 1858 la fiebre amarilla ya estaba en Tamaulipas, por lo que el gobierno de Benito Juárez ordenó un cerco comercial entre Nuevo León y Tamaulipas para evitar la entrada del mal al interior del país. Sin embargo, a su estilo muy particular Santiago Vidaurri desobedeció y 23 de noviembre de 1858 pasando sobre las órdenes federales levantaba la veda comercial.

 

Decreto del Sr. Santiago Vidaurri sobre que queda sin efecto el decreto 1o. del corriente que estableció un cordón sanitario en el límite oriental de este Estado con el de Tamaulipas por haber desaparecido la causa que lo motivó: en consecuencia, se restablecen en toda su plenitud las relaciones mercantiles habidas entre los pueblos de Nuevo León y Coahuila, y los que de Tamaulipas fueron invadidos por la fiebre amarilla, pudiendo hacer el mútuo tráfico de sus efectos en los términos acostumbrados.

 

Vidaurri erró una, y poco a poco fue llegando al estado la fiebre amarilla, mermando en tiempos de seca y frío, sin embargo, para la década de los años 80 del siglo XIX, comenzaron a llegar noticias de las cercanías:

 

“Comunicación sobre donaciones a los damnificados por la fiebre amarilla y vómito negro, en la Ciudad Mier”

 

Parecía que hubiera dos enfermedades “la Fiebre Amarilla” y “el Vómito negro” pero en realidad eran la misma, que tenía dos cuadros de síntomas, según la persona.

 

La Junta de Sanidad de Mier, Tamaulipas publicó el corte de la caja de los ingresos y egresos habidos en su tesorería durante el periodo en que estuvo invadida dicha ciudad por la epidemia de la Fiebre Amarilla.

 

Mejora la salud pública con Bernardo Reyes

 

En el año de 1891 llegaron a la Ciudad de Monterrey por vía ferroviaria algunos casos sospechosos y, para tranquilizar a la población, trató de simularse que eran de fiebre biliosa, un poco menos letal:  

 

… 10 de Agosto de 1891. Presidencia del C. Doctor Sepúlveda. (…) Ciudadanos Regidores E. Treviño, Zambrano, Fernandez, C. Martinez, Cantú Cardenas, L. Cantú, Martinez F., Cellard, Margain, Luna, Quintanilla, Morelos Zaragoza y Garza Cantú y Garza Treviño, dió principio la sesion. (…) dada cuenta al Señor Gobernador con el oficio número 508, en que se manifestó que en tren especial, de la Compañia del Ferrocarril del Golfo llegaron esta Capital varios enfermos de fiebre de los trabajadores de la Empresa procedentes de Tampico, los que examinados por los Doctores Pedro C. Martinez y José Maria Lozano (…) aunque la enfermedad de que adolecian no era fiebre amarilla, sino biliosa, debian tomarse, todas las precausiones que la prudencia aconseja para evitar el contagio que pudiera resultar, acordándose por el mismo primer magistrado, se dictaran desde luego las disposiciones del caso, fin de que los expresados enfermos mantuviesen bajo el cuidado de la Compañia aislados fuera de la Ciudad, en el número de careos suficiente juicio del médico de la Ciudad.

 

Ya para el año de 1896 el gobierno de Bernardo Reyes comenzó a tener mejores estadísticas sanitarias; en el siguiente fragmento vemos las enfermedades más comunes.

 

Noticia remitida a la Dirección General de Estadística acerca de la Tisis o Tuberculosis; la Lepra o mal de San Lázaro; el mal del Pinto; el Bocio, buche o papera; el Cretinismo o idiotismo; y el Vómito Prieto o Fiebre Amarilla; en virtud de la Circular de dicha Dirección, expedida con fecha 10 de Junio de 1896.

 

 

En 1898 abundaban los casos de Fiebre Amarilla y se establecieron puntos de revisión sanitaria en Ciudad Victoria y Linares además de un lazareto -hospital de infectados- en Monterrey:

 

… 15 de Agosto de 1898. Presidencia del C. Dr. Martínez. (…) Señores Capitulares Peña, Quintanilla, Guajardo A., Gonz lez, Dr. Garza Cantú R., Dr. Villarreal, Martínez, Morales, Oliver y Comonfort y Dr. Garza Cantú F... a fin de evitar el contagio de la fiebre amarilla, desarrollada en el Puerto de Tampico, (…) establecimiento de una Estación de Desinfección en C. Victoria y de un Lazareto en esta Capital, (…) sea puesto bajo la direccion del Dr. Aristédes Mestre, quien en caso de que aceptase el nombramiento respectivo, observar las prevenciones aprobadas por el mismo Señor Gobernador y de las cuales remite una copia la Secretaría referida.

 

La Fiebre Amarilla no provocó más muertes que las generadas por otros males

Entre 1850 y 1898 la fiebre amarilla merodeó por el país pero no mató a más de 20 mil personas, cantidad similar a las que mataban anualmente las infecciones gastro intestinales, las infecciones generales, el sarampión y las enfermedades comunes.

 

Entre los años 1902 y 1903 regresó a nuestra Ciudad la Epidemia de la Peste Negra matando  a 400 personas, pues sólo atacó a determinados rumbos de la Ciudad.

 

LA INFLUENZA ESPAÑOLA

 

La llegada de la tremenda Influenza española fue el primer gran reto para los gobiernos revolucionarios que promovían la armonía entre los grupos políticos. En octubre de 1918 acababa de instaurarse el nuevo sistema político derivado de la Constitución de 1917 que, al principio parecía sólo una carta de buenos deseos para un país devastado por la dictadura, tras siete años de revolución. 

 

La Fiebre o Influenza española era de China

Como se decía que la epidemia se había originado en España, se le conoció como influenza española, sin embargo hoy, con el estudio del genoma del virus, se sabe que nació en los Valles hídricos cercanos a la Ciudad de Pekín, y de ahí los chinos como viajeros incansables que son, la distribuyeron por el mundo.

 

La Epidemia de la Influenza española empezó en 1914 en la Madre Patria, en Estados Unidos, Argentina, Inglaterra, Japón, pero como México estaba en plena revolución, los visitantes infectados llegaron hasta 1918 cuando ya estaba pacificado el país.

 

El “paciente cero” en Monterrey fue un migrante español contagiado en Estados Unidos que luego vino a nuestra Ciudad. Pero la epidemia de marras no llegó solo del norte, sino también prendió entre la población indígena del sur de México, Guatemala, y Honduras donde hubo brotes alarmantes.

 

Combatir la Influenza española hizo olvidar diferencias entre Iglesia y gobierno. 

Fue tan grave la embestida de la Influenza española, que a pesar de que había una persecución contra los representantes eclesiásticos, en Monterrey las madres Vicentinas y los Padres Josefinos del hospital San Vicente apoyaron con todos sus recursos la respuesta a la emergencia sanitaria.

 

Esta terrible epidemia provoca el primer acto de servicio social del ejército

Había pocos médicos y muchos de ellos simpatizaban con el sistema porfiriano por lo que no ayudaron. Empero, los médicos militares y los de grupos revolucionarios se encargaron de la atención a los enfermos y de la contención de la epidemia, siendo el primer acto de servicio social del ejército a nivel nacional.

 

Establece la Constitución que el combate a epidemias es competencia federal

Hasta que la Constitución de 1917 estableció que la salubridad general y la lucha contra las epidemias pasaba a ser competencia federal. El artículo original 73, fracción XVI establecía:

 

XVI.- Para dictar leyes sobre ciudadanía, naturalización, colonización, emigración e inmigración y salubridad general de la República.

1a.- El Consejo de Salubridad General dependerá directamente del Presidente de la República, sin intervención de ninguna Secretaría de Estado, y sus disposiciones generales serán obligatorias en el país.

2a.- En caso de epidemia de carácter grave o peligro de invasión de enfermedades exóticas en el País, el Departamento de Salubridad tendrá obligación de dictar inmediatamente las medidas preventivas indispensables, a reserva de ser después sancionadas por el Presidente de la República.

3a.- La autoridad sanitaria será ejecutiva y sus disposiciones serán obedecidas por las autoridades administrativas del País.

 

Solicita el gobernador Nicéforo Zambrano al alcalde Jerónimo Siller apoyo con los presos municipales para limpieza del Santa Catarina

 

Los primeros enfermos en  Monterrey se detectaron a principios de octubre y el gobernador Nicéforo Zambrano envió el día 12 de octubre un comunicado al alcalde de Monterrey Jerónimo Siller, pidiéndole: 

 

“……Para evitar que se propague la epidemia de influenza que ya nos azota despiadadamente en acuerdo con el inspector de policía, disponga de presos de la cárcel correccional para proceder al aseo y limpieza del río Santa Catarina, mercados, tiendas, cantinas, vecindades y todos los sitios donde se reúne público….”.

 

Orienta el Consejo de Salubridad del estado a los neoleoneses

El consejo de Salubridad del estado era presidido por el  Gobernador, tenía como vocal y Jefe de Análisis Químicos, drogas y boticas al doctor José Luna Ayala que mandó imprimir 3 mil ejemplares de un Instructivo con reglas higiénicas donde se daban los lineamientos para evitar la expansión de la pandemias que decía:

 

1) Todas aquellas personas que estén en contacto con enfermos de influenza, deberán desinfectar sus manos con una solución de creolina al 5%, o en su lugar, sublimado de mercurio al uno por mil.

2) Los pañuelos, vasos, cucharas, platillos y servilletas usados por el enfermo, deberán ser hervidos por lo menos quince minutos antes de usarse nuevamente.

3) La cama usada por el paciente no debe de emplearse por ninguna otra persona hasta no desinfectarla debidamente.

4) Se prohibirá a toda persona sana visitar a los epidemiados y los familiares no deberán de permanecer en su habitación, excepto aquellas personas que le atienden, siempre que se use la desinfección aconsejada.

5) Las personas deberán evitar toda clase de excesos en su organismo, así como los enfriamientos y las asoleadas.

6) Siendo la boca el lugar donde anidan los microbios que producen la enfermedad, deberá de asearse cuando menos dos veces al día, usando una solución de agua oxigenada al 10%, agregándole glicotimolina en proporción de uno a tres. Podrá usarse también sal común o bicarbonato de sodio, en cantidad de una cucharadita por vaso de agua. Para la nariz se usaran instalaciones de mentol.

7) Como muchas personas no podrán ser asistidas por un médico, el Consejo de Salubridad recomienda que tan pronto como la persona sienta dolor de las articulaciones, elevación de temperatura, dolor de garganta, de cabeza o en la concavidad de los ojos debe de tomar inmediatamente un purgante de aceite de ricino, en cantidad de 50 gramos o en su defecto de sal de higuera en cantidad de una onza.

Una vez pasado el efecto del purgante tomar sal de quinina a intervalos de una hora, también debe de tomar cocimientos de canela con unas gotas de tintura de nuez vómica. 

Para la tos debe de tomar pectoral o azufre.

 

Se aplica en Monterrey tratamiento palestino, y se crea la ‘Junta de Caridad’

Todo el tratamiento era palestino, pues ni siquiera se conocía la existencia de los virus. El gobierno compró cincuenta cajas de ampolletas de “cacodilato de guayacol” con un costo de $264.85, medicamento que era considerado milagroso para curar la Influenza. Y con la creciente cantidad de enfermos, y para el cuidado de los pobres, la esposa del gobernador Ma. De Jesús Castillo de Zambrano creó en Monterrey el 15 de octubre de 1918 la “Junta de Caridad”. 

 

La Influenza española causa 22 millones de muertos en el mundo; 

5 mil en Nuevo León 

Esta epidemia de Influenza española fue terrible; causó en el mundo la muerte de casi 22 millones de personas. En Estados Unidos murieron 550 mil; en España 180 mil; en Rusia 450 mil; en Inglaterra 200 mil; en Italia 350,000; en Japón 250,000, en la India 8 millones y medio, y en México 500 mil muertos.

 

En nuestra Ciudad murieron mil 528 personas del primero de octubre al 15 de diciembre: 717 varones y 811 mujeres. Considerando que Monterrey tenía 98 mil 305 habitantes, la mortalidad fue de 1.5%. y en todo Nuevo León hubo 5 mil 015 fallecidos: 2 mil 651 mujeres y 2 mil 142 varones. Considerando una población de 336 mil 412 habitantes, en Nuevo León murieron casi el 2%.

 

El resto del siglo XX hubo muchas epidemias pero al mismo tiempo, llegaron las vacunas y otros avances científicos.

Continuará… 

 

FUENTES

 

Enrique González Pedrero, País de un solo hombre: el México de Santa Anna, vol. II, México, Fondo de Cultura Económica, 2003.

Charles Hutchinson, The Asiatic Cholera Epidemic of 1833 in Mexico, en Bulletin

of the History of Medicine.

Jordán en su trabajo “Epidemic Influenza”.

Censo de 1921. Dpto. Nacional de Estadística, INEGI

ARCHIVO DE MONTERREY

Colección Impresos, volumen 12, expediente 2 

Colección Correspondencia volumen 33, expediente 24

Colección Impresos II,  volumen  9 expediente  4 folio 18

Colección Civil volumen  333 e expediente 25; Civil volumen  333 expediente 35