A principios de la tarde del 21 de septiembre, la isla de Puerto Rico se vio aquejada por un enorme apagón en toda la isla que causó enormes daños en una isla que se debate entre una espantosa crisis económica y una epidemia de Sika que va en aumento, y a la cual no se ha podido responder por la falta de financiamiento y de recursos médicos.
El portal PennEnergy.com informó el 23 de septiembre que un incendio en la planta eléctrica de Aguirre, en el pueblo sureño de Salinas, colapsó dos líneas de transmisión, lo cual luego desencadenó el proceso que paralizó toda la red de servicio eléctrico de la isla, dejando a 3.5 millones de personas en la oscuridad, sin aire acondicionado y en muchos casos, sin agua. El gobernador Alejandro García Padilla declaró un estado de emergencia, llamó a la Guardia Nacional y ordenó que cerraran el jueves y el viernes las escuelas públicas.
La infraestructura de Puerto Rico está decrépita, y la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) de la isla se ahoga en una deuda gigantesca. Jeniffer Gonzalez del Partido Nuevo Progresista (PNP)le hizo un llamado a Barack Obama para que declare a la isla en zona de emergencia, lo cual le permitiría al gobierno federal utilizar recursos para estabilizar el sistema eléctrico, informó hoy la WPIX-TV de Nueva York. No se espera que la electricidad en toda la isla se restablezca sino hasta el día de hoy, o sea, 72 horas después del apagón, y ya las tormentas eléctricas muy fuertes han dejado sin electricidad a algunas zonas a las que se les había restaurado el servicio.
Puerto Rico no solo necesita que se declare el estado de emergencia, sino la restauración de la ley Glass-Steagall para que declaren nulas las deudas ilegítimas impuestas a su gobierno y que han dado origen a la crisis actual.