28/Mar/2024
Editoriales

La belleza no significa felicidad

Miroslava Stern, hermosa mujer nacida en Praga 1925, vivió y murió en México desde 1941 hasta 1955. 

Su vida fue una tragedia tras otra, comenzando desde que, junto a su familia, huyó de los nazis abandonando Checoslovaquia. En las declaraciones ante aduanales, su padre -el Dr. Oscar Sternová- hubo de confesar que no era su progenitor; y que la había adoptado. Para Miroslava de trece años fue un golpe fuerte, pues era huérfana de madre. En 1944 le dieron una beca para estudiar actuación en Estados Unidos, y allá se enamoró de un piloto cuyo avión fue derribado al final de la guerra. Otro golpe duro. Sin tener talento para la actuación, su impresionante físico le abrió las puertas del cine mexicano. En 1946, Gilberto Martínez Solares le dio papel protagónico en “Bodas trágicas”, junto a Ernesto Alonso. Aunque actuó mal, deslumbró al público y apareció en películas importantes gracias a Julio Bracho, Roberto Gavaldón, Chano Urueta, Emilio Fernández, Julián Soler y Rogelio A. González. Este último encontró cómo tuviera éxito Miroslava: sus deficiencias histriónicas las transformó en expresiones de dulzura.

Pero así como su belleza era increíble, también era su lastre. En 1947 se fugó con el director Jesús Jaime Obregón, pero rapidito descubrió que era homosexual. Una vez repuesta del golpe conoció en España al torero Dominguín de quien se enamoró pero tuvo que regresar a México a rodar “Ensayo de un crimen” de Luis Buñuel, y semanas más tarde leyó en la prensa mexicana que Dominguín se había casado con miss Italia Lucía Bosé. Miroslava intentó tirarse de un auto en marcha pero lo impidieron y se encerró en su habitación hasta el 9 de marzo de 1955 que la sirvienta tocó la puerta y al no abrirle, a la mañana siguiente llamó al padre para pedirle autorización de entrar a la recámara, y la encontró muerta. Alguien llamó a la policía pero cuando llegó Ninón Sevilla al lugar tomó la voz de mando corriendo a todos. Miroslava dejó unas cartas en checo, dirigidas a su padre y a su hermano Ivo. Y una carta en español donde enlistaba a sus acreedores. El misterio fue seguido de rumores: que se había suicidado por Mario Moreno Cantinflas, de quien decía estar enamorada, pero él estaba casado y enamorado de Valentina Ivanova; luego se dijo que el Ministerio Público había sembrado una fotografía de Dominguín, para despistar porque ella se había quitado la vida por sostener relaciones sexuales inconfesables, con Ninón Sevilla, y hasta con su hermano Ivo, pues la carta dirigida a él trae conceptos que van más allá de un amor fraterno. La verdad nunca se supo, pero la gente de mediados del siglo pasado se dio gusto con chismes tal como si entonces existiera el Facebook. Lo que esta historia demuestra es que una cosa es la belleza, y otra es la felicidad.