06/May/2024
Editoriales

La Tetrafobia

En Taiwán no expiden ningún documento de identidad que contenga más de una vez el número cuatro. Esto es para mí novedad, y me da pena porque también en el mundo chino, el cuatro es de mal agüero, debido a que su pronunciación es igual a la palabra “muerte”, y yo no lo sabía. Allá los edificios no tienen el cuarto piso. 

Pobres niños chinos y taiwaneses que no pueden -como los nuestros- disfrutar de la aritmética canción de ‘Brinca la Tablita’ que en su más pedagógico párrafo dice “dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho, y ocho, diez y seis” 

Pero allá los números seis y ocho son de buena suerte. Así que me quedé “de a cuatro” pues si el cuatro es mala suerte ¿Qué le sucederá al que le ‘pongan un cuatro’? ¿le desean mala suerte? o ¿Le echaron la sal, o sea la mala vibra? Aunque tal vez esto explique la cara de felicidad de nuestros jóvenes, cuando piden en los depósitos de cerveza: déme un six. 

De poco les sirve a los orientales estar tan avanzados en tecnología si son supersticiosos. En cambio, los occidentales acaso acostumbramos que los edificios no tengan el piso número trece, y no es que seamos supersticiosos, sino que el trece es de mala suerte. 

Los parecidos entre México y Taiwán comienzan por sus respectivos políticos. El ministro del interior taiwanés, Lee Yi-yang declaró que “Los ciudadanos que tengan documentos de identidad con más de un cuatro podrán cambiarlos si lo desean”. La similitud pudo ser monumental si don Lee agrega a su frase “…Y los que no, no”. La corrupción se nota desde los arreglos para ‘borrar’ los números cuatro de los teléfonos y de las placas del automóvil.

Taiwán, antes Isla de Formosa, está a 200 kilómetros de China, con 36 mil kilómetros cuadrados de territorio y 22 millones de personas que hablan chino mandarín, taiwanés, minayu, y hakka. Son budistas, taoístas confucionistas, y cristianos. Los gobierna un presidente electo en un sistema democrático, con régimen de partidos múltiples. Podríamos definirla como un México hacinado. 

La diferencia está en su productividad; producen cualquier cantidad de electrónicos, químicos, telas, hierro y acero, maquinaria, cemento, refinación de petróleo y su industria de alimentos está bien cimentada produciendo arroz, maíz, verduras, frutas, té, carne de res, puerco y aves, leche y pescado. Y sus recursos naturales son muy limitados; pocas reservas de carbón, igual de gas natural, piedra caliza, mármol, y asbesto.

No me imagino cómo siendo tantos, y con tan pocos recursos, generan tantísima riqueza. Se parecen a los latinos, pero al revés; bien supersticiosos (En México hay muchos que le rezan a la Santa Muerte, y en Nuevo León hay quienes le rezan a San Alfonso Martínez Domínguez). Pero ellos generan dinero a pastos, y acá tenemos millones de pobres.

Están bien enfrentados a sus poderosos vecinos, y son reconocidos como país, tan solo por una veintena de naciones, pues la mayoría los considera una provincia rebelde de China. Aunque viéndola bien, nosotros tenemos muchas otras supersticiones (la lista es tan larga que mejor la omito) y eso ya es buen principio ¿de acuerdo?