25/Apr/2024
Editoriales

El Gusano y el Escarabajo

 

 

Un gusano y un escarabajo eran amigos, charlaban por largas horas.

El escarabajo era consciente de que la movilidad de su amigo era limitada, y su visibilidad muy restringida.

El gusano entendía que su amigo era de otro ambiente, comía cosas que le parecían desagradables, y que su imagen era grotesca .

Pero habían construido una buena amistad.

Un día, la compañera del escarabajo le cuestionó su amistad con el gusano. ¿Cómo es posible que camines tanto para ir al encuentro del gusano? Y él respondió que el gusano estaba limitado en sus movimientos.

¿Por qué ser amigo de un insecto que no le regresa los saludos que el escarabajo hacía desde lejos?

Sabía de su limitada visión; ni siquiera se enteraba que alguien lo saludaba.

Pero ella lo presionó tanto que el escarabajo decidió poner a prueba esa amistad alejándose un tiempo del gusano y esperar a que lo buscara.

Pasó el tiempo y la noticia llegó: el gusano estaba muriendo. Su organismo no podía con el esfuerzo para desplazarse hasta intentar llegar hasta su amigo y luego la noche le obligaba a retornar hasta su lugar de origen.

El escarabajo fue a verlo. En el camino varios insectos le contaron las peripecias del gusano por saber qué le había pasado a su amigo.

Que se exponía para ir a dónde él se encontraba pasando cerca del nido de los pájaros; de cómo sobrevivió a un ataque de las hormigas, y así sucesivamente.

Al fin llegó el escarabajo al árbol donde yacía el gusano.

Al verlo, le dijo cuánto le alegraba que se encontrara bien. Sonrió por última vez y se despidió de su amigo sabiendo que nada malo le había pasado.

El escarabajo, avergonzado, entendió que el gusano, siendo tan diferente, limitado y tan distinto de él, era su amigo.

Lo respetaba y quería, no por la especie a la que pertenecía, sino por la amistad que le ofreció.

El escarabajo aprendió varias lecciones ese día.

La amistad está en ti y no en los demás. El tiempo no delimita las amistades, ni las razas o las limitantes propias ni las ajenas. El tiempo y la distancia no destruyen una amistad, son las dudas y nuestros temores los que más afectan.

Cuando pierdes un amigo una parte de ti se va con él. Las frases, los temores, y las alegrías compartidas en el capullo de la confianza se quedan pero sólo son recuerdos.

Todos somos gusanos o escarabajos, y debemos reconocer la riqueza de quien es diferente de nosotros

Últimamente he perdido a varios amigos queridos. A ellos dedico este texto que es de un autor anónimo y que sólo adapté.