Adolfo Hiltler fue reconocido en Alemania como Führer en agosto de 1934. Sin embargo, desde 1921 era líder del Partido Nazi, y para 1933 ya había confiscado el patrimonio de las viejas organizaciones sindicales, y nombrado el nuevo “Frente de Trabajo”, instrumento por el que el PN reglamentaba, configuraba y conducía la vida de los trabajadores alemanes.
En paralelo se creó la organización para el descanso en el trabajo “Kraft durch Freude”, que quiere decir Trabajo por la Alegría, y estaba basada en el lema de su autor, Robert Ley que postulaba: “debemos eliminar de nuestro pueblo la grasa superflua para que el cuerpo recobre la necesaria tensión”. Hasta ahí todo iba más o menos bien, pero en las elecciones de los consejos fiduciarios de las fábricas, los nazis tuvieron problemas.
En 1934 un 40% de los obreros no fueron a votar, por lo que los candidatos nazis consiguieron solamente el 25% de las preferencias. Para 1935, pese al clima de terror creado por el sistema nazi, la oposición ganó de nuevo el 25%. Por tanto, se determinó que, para evitar fracasos, se eliminaron esas prácticas democráticas absurdas, pues no era muy apetecible para Hitler ver que sus candidatos fueran derrotados. Estos signos de sustituir a las viejas organizaciones sindicales por nuevas son recurrentes de las dictaduras, por lo que es necesario estar observando esas señales, pues siempre será preferible que los sindicatos se limpien y renueven que desaparecerlos, pues los nuevos seguramente se levantarán sobre cimientos de abyección ante el poder.