04/May/2024
Editoriales

Cómo enfrentar la vejez

A riesgo de ser una perogrullada consigno mi admiración al Hacedor del Universo porque las maravillas creadas son infinitas, y entre ellas destaca el cuerpo humano.

Tan solo la existencia de miles de millones de personas lo comprueba, pues cada una tiene sus propias características que le distinguen de sus semejantes.

Si tratáramos de describir el cerebro humano se requeriría una enciclopedia tan sólo para las generalidades, y otra para las características particulares más relevantes.

Cualquier parte del cuerpo nos deja pasmados con su funcionamiento: el ojo, el oído, la nariz, la boca, la piel, el esqueleto, las manos, los hombros y los pies, para decir sólo algunas de las maravillas que tenemos a nuestra disposición las veinticuatro horas del día.

Los órganos y características de nuestro cuerpo tienen caducidad diversa, como la capacidad computacional del cerebro que no corresponde a la flexibilidad de la columna vertebral, por ejemplo. 

Ni el deterioro de los pulmones frente a las habilidades de las manos; o las condiciones físicas respecto al cambio de talante del individuo.     

La calidad de vida se modifica con la edad, y no es la misma para todos; quienes practican deportes pueden gozar de un buen funcionamiento cardiovascular, y los que se cultivan en los campos intelectuales tienen más posibilidades de que su cerebro funcione mejor.

Son tantos los órganos del cuerpo y las formas existentes para fortalecerlos o dañarlos, que las variables para robustecer nuestro organismo son infinitas.

Siempre se ha buscado la fórmula para conservar la juventud, pero no se ha podido definir aún el concepto particular de ella.

Para muchos ser joven es poder hacer siempre las mismas actividades físicas; para otros es mantener la figura jovial del cuerpo, y para otros más es conservar permanentemente la agudeza mental o alguna virtud como el canto, digamos. 

¿Cómo quisiera usted enfrentar la vejez?