Editoriales

El nuevo mundo femenino

Es muy claro que en México vivimos una época inédita de dignificación de la mujer. Se han modificado las leyes, y lo más importante es que el talante de la sociedad ha cambiado aprobando la igualdad entrambos sexos. Todo mundo acepta que una mujer puede ser policía, científica, jueza, astronauta, mayordoma, gobernante, y lo más difícil de consentir: su jefe. Este posicionamiento lo ha conseguido la mujer demostrando con creces su tenacidad, a la par de sus conocidas virtudes de belleza y honradez. Desde luego que ahora comienza la etapa de conocimiento profundo a su realidad, porque al ganarse a pulso su lugar de igualdad pierde algunos privilegios que ancestralmente tuvo de amabilidad y cortesía del hombre que la comienza a ver en condiciones de igualdad en todo. Además de que como ser humano, empiezan a aparecer excepcionales casos de mujeres que caen en algunos de los mismos vicios que los hombres. Considero que, en el fondo, el hombre que tiende a seguir siendo machista siente temor a la competencia, pues fueron siglos de dominio, y en la otra mitad del mundo -el árabe- continúa tratándose a la mujer como una mascota que desempeña trabajos pesados a cambio de un salario famélico.  

Las condiciones actuales de enclaustramiento obligado por la Pandemia permiten que el papel de la mujer se sublime, pues su habilidad para manejar los problemas hogareños se evidencia más que cuando el hombre llegaba sólo a descansar en las noches después de salir del turno en la fábrica o en la oficina. Ya aceptamos críticas que nos desinflan el ego con sus alfileres lingüísticos, y asentimos sus consejos cuando son sensatos, porque su calidad de seres humanos también les da proclividades a la distorsión de su lógica. 

En lo general hemos obtenido grandes utilidades de esta nueva relación hombre-mujer con solamente amarrar al burro machista que todos llevamos dentro. Ojalá que este nuevo estatus no las envilezca para que el machismo no rebrote jamás, y que la competencia entre las mujeres no llegue al nivel que existe entre los hombres, cuyos resultados nefastos han dejado huellas de sangre en la historia de la humanidad.