Cada vez me convenzo más de que los tres avances que hemos logrado desde hace casi 30 años (mayo de 1987) que empezó nuestra democratización y que son: A) La Partición del Poder por funciones y niveles; B) La Libertad de Expresión y Manifestación; y C) El Control Ciudadano de la organización y supervisión de las elecciones, nos están dando ya algunos frutos, aunque a veces son difíciles de detectar por estar verdes o ser amargos. Por ejemplo: A) El poder ha caído en manos de gobernadores ladrones y la procuración de justicia es muy ineficiente y corrupta; B) Muchas televisoras y periódicos venden su no publicación de noticias malas y sí las "de imagen"; y C) Los políticos hacen muchas trampas con la publicidad electoral, que está mal vigilada y le cuesta millonadas al erario.
Pero...algunos de estos frutos han ido madurando. Por ejemplo:
Aunque en 2012 y en vista de las fallas de las dos Administraciones Panistas de Alternancia, al no haber reformado a fondo el sistema político, el pueblo eligió a un Jefe del Ejecutivo Federal del PRI, nuestro actual Presidente Enrique Peña Nieto, lo cual pareció como una desilusión de la democracia y una vuelta a "lo malo conocido". Pero el propio EPN no lo leyó así, sino que detectó que seguía, más fuerte que nunca, el deseo del pueblo de que hubiera reformas profundas, por lo que siguió la ruta más directa para lograrlo: Un Pacto por México con el PAN y el PRD para sacar adelante los Reformas Fiscal, Laboral, Energética y Educacional.
Con excepción de la primera, las otras tres han ido teniendo efectos profundos, aunque difíciles de percibir y a veces muy mal manejados. La que ha tenido los efectos más profundos creo que ha sido la Reforma Laboral: a) Al democratizar obligatoriamente los procedimientos de votación interna de cada sindicato; b) Al obligarlos a registrar todos los contratos colectivos de trabajo ante un órgano gubernamental descentralizado; y c) Al eliminar por anticonstitucional cualquier Cláusula de Exclusión, que antes exigía a los Patrones a despedir a aquel trabajador que abandonaba su membrecía en el sindicato contratante, ya sea para afiliarse a otro o para quedar independiente.
Esto significó una tremenda pérdida de poder interno de los líderes sindicales, y si a ello agregamos que las elecciones políticas generales también son libres y secretas, ambas cosas juntas significaron una casi total pérdida de "poder de arrastre electoral" de los líderes, lo cual se vio claramente en la elección de un Gobernador independiente el Nuevo León el año pasado y la alternancia en siete Estados que tenían gobernador priísta el mes pasado.
Este debilitamiento de los líderes sindicales también ha permitido avances en las Reformas Energética y Educacional, aunque en ambos casos las negociaciones se han hecho en forma lenta e ineficiente, en muchos casos por ignorancia de la problemática, cobardía en defender posiciones justas o simples corruptelas. En la segunda, además, el proceso ha sido muy accidentado, sobre todo en los Estados del sur, y ahora hasta en Nuevo León.
Visto en esta perspectiva, ya es más entendible la forma autoritaria con la que el Presidente Peña Nieto impuso al nuevo dirigente del PRI, Enrique Ochoa, ex-Director de la CFE: Parece estarles diciendo a los líderes sindicales: Ustedes ya no tienen poder político en razón sólo de su puesto: Ahora tendrán que ganárselo con actitudes y propuestas nuevas, que estén en orden con lo que el ya muy cambiado pueblo mexicano quiere, y que lo ha venido expresando muy claro en estas últimas elecciones. Si esto es así, yo sólo le pediría al Presidente EPN que lo expresara en forma más clara y lo refrendara con todos sus actos de gobierno.
Atte.- JVG.- 13-07-16