Editoriales

Los nombres de los meses

 

Nuestra cultura tiene grandes influencias grecorromanas. Esto nos permite traer en nuestro bagaje cultural conceptos filosóficos interesantes, como la división del año en doce partes llamadas meses en lo general, aunque al mismo tiempo, cargamos con una parte de su mitología clásica.

Tal es el caso de los nombres precisamente, de esos meses ya en lo particular de cada uno de ellos. Veamos.

El mes de Enero refiere al dios griego Jano, que en latín se dice Januarius, un dios que podía conocer el pasado y el futuro, representado por dos caras, una veía hacia delante y la otra hacia atrás, figurando el término de un ciclo completo (año) y el inicio del siguiente.

El que sigue viene de februm que significa purificación, dedicado a Febrero, el mes propio para hacer limpieza y purificar la casa.

Marte era el dios de la guerra, que al mismo tiempo protegía al campo y a sus ganados, entre ellos, a los grupos de soldados que peleaban en las batallas. Los romanos dependían de Marte para la guerra y el alimento pues entraba la primavera, por eso Marzo es un mes muy bien querido.

Abril significa abrirse en latín, pues en ese mes abren las flores y los árboles abren sus ramas para proteger del sol y la lluvia.

Mayo se consagraba a los mayores, a los miembros del senado romano, y ahora se festeja a personas adultas con cariño, como las madres.

Junio viene de iunuis, los jóvenes, que era otra asamblea de los políticos romanos.

Julio viene de Julio César, un militar y gobernante que fue ascendido a la categoría de dios, y a su muerte, en una estrella, hoy un planeta.

Agosto es una continuación de la tradición romana pues se crea en honor al primer emperador romano Octavio Augusto.

El resto de los meses del año tienen qué ver más con su consecución numérica, pues septiembre viene de septem, que significa siete.

Octubre viene de octo, que es ocho. Noviembre de novem, que es nueve. Y diciembre viene de decem, que significa diez. Estos últimos nombres de los meses pertenecen al tiempo de cuando ellos clasificaban el año en diez partes, así que en realidad ahora deberían llamarse en forma correspondiente a su actual posición, no en la anterior. Hay quienes explican esto diciendo que el invierno no era considerado como parte del año puesto que no había vida en el mundo en esos tiempos debido a los intensos fríos de aquella región, y esto hacía que no contaran los meses de enero y febrero en la numeración, por ello sólo suponían diez meses en el año.