04/May/2024
Editoriales

Cuentete. ¿Por qué no te has contagiado?

Hace tres meses hubo un elegante y abigarrado evento social en el club más exclusivo de San Pedro, estando ya en plena contingencia sanitaria.

Ninguno de los invitados ignoraba el riesgo que corría pues los contagios no son un secreto, pero cumplía años el alcalde y asistirían algunos ricos, un par de youtubers, la influencer que tiene un millón y cuarto de seguidores, más varios políticos famosones.

Así que inició el conocido juego de conseguir una invitación para la fiesta.

Una vez ubicados en las mesas los invitados, todo fue que uno de los importantes se quitara el cubrebocas para que todos hicieran lo propio.

En realidad no querían usarlo porque con él no los reconocerían, y a eso iban. A los famosos todo mundo los conoce, y a los no famosos les encanta salir fotografiados en el Sierra Madre o de perdido en Facebook cerca de gente famosa.

Es decir, a esas reuniones no se va a conocer a los grandes, sino a que ellos los conozcan.

Y para que las fotos luzcan deben salir abrazados y si se puede, dándole un beso en la mejilla a alguna de las damas famosas. Olvidaron la sana distancia y el cubre bocas.

La fiesta estuvo muy buena, pues estaban todos los fotógrafos y las cámaras de sociales de la TV, y nadie supo qué les servían de plato fuerte, pues las miradas estaban puestas en los vestidos, las joyas, los zapatos y los relojes que traían los grandes de la fiesta.

No habían pasado dos semanas del ágape cuando estalló la bomba; el hospital Zambrano y el Ángeles Valle oriente se llenaron de enfermos de Covid 19.

Después, mi amigo Eugenio tuvo la idea de invitarme a una video conferencia con sus amigos y amigas que no estaban contagiados y que él suponía que habían asistido a la fiesta porque tienen relación con el alcalde o con algún personaje importante que les pudo conseguir invitación.

Los del zoom no se contagiaron porque no habían asistido, y sus historias fueron diversas:

A Gustavo S. se le hizo tarde porque fue a la casa de su hermano Güicho por una corbata de moño y su auto se quedó sin gasolina en plena avenida Lázaro Cárdenas. Hizo el coraje de su vida.

Jenny, la prima de Eugenio estando también invitada no pudo salir de su casa porque la cena le había provocado diarrea y en esas condiciones no quiso asistir; se la pasó llorando toda la noche.

La bella Susana G. ya estaba estacionando su auto en la fiesta pero al salir se le atoró el tacón del zapato y se le quebró. 

No iba a entrar así cojeando a la fiesta, así que se regresó hasta su casa en Palmillas y ya era demasiado tarde para regresar. Se insultó mucho cuando estuvo a solas.

Mike estuvo peor; al salir del estacionamiento del Metropolitan rumbo a la fiesta, no vio a una bicicleta que circulaba cerca y le dio un empujón con la polvera de su auto. El ciclista se cayó. Mike se bajó para verificar si estaba bien, cuando iba pasando una patrulla y lo detuvo, perdiendo casi cuatro horas. Trinaba de coraje.

Todos ellos ahora están agradecidos porque podrían estar hospitalizados o muertos, si hubieran asistido a la fiesta.

A partir de esa videoconferencia donde escuché lo que impidió a todos ellos que no fueran a una fiesta donde pudieron contagiarse, he pensado en cambiar.

Ya no renegaré cuando traiga mucha prisa y me toquen los semáforos en rojo.

Perdonaré al que por alguna estupidez me retarde, o al amigo que me haga perder tiempo nomás porque no sabe cómo dejar de hablar.

Ahora pensaré ante un imponderable así, que el universo conspira para salvarme de alguna cosa negativa.