25/Apr/2024
Editoriales

Rumor del río, rumor del tiempo

¿Cuándo nació el río Pesquería? No lo sé, lo cierto es que para cuando se fundó el pueblo, mi pueblo, el río ya estaba ahí desde muchos siglos antes. Siempre ha permanecido en ese lugar, esperando a que la gente se asiente en algún sitio cercano a sus márgenes. En realidad, el río encontró su destino desde hace mucho tiempo. Y desde entonces, ha contemplado el ir y venir de numerosas generaciones que acuden al encuentro del suyo.

 

En la historia de las grandes civilizaciones, los ríos son de gran importancia. En Europa destacan el Volga, el Danubio, el Rhin, el Elba, el Sena, el Támesis; en África, el Nilo, el Congo y el Níger; en Norteamérica, el Mississipi-Missouri, el Mackenzie, el Colorado y el río Grande.

 

Otros grandes ríos los encontramos en América del Sur: el Amazonas, La Plata, Orinoco y Paraguay; en Asia: el Yansekiang, el Yenisey, el Mekong, el Amur y el Lena; en Australia: el Murria-Darling.

 

En México tenemos el Yaqui, el Lerma Santiago, el Nazas, el Bravo, el Conchos, el Salado, el Pánuco, el Tamuín, el Tula, el Tonalá, el Grijalva, el Coatzacoalcos, el Balsas, el San Lorenzo, el San Fernando, y el Verde. En Nuevo León se encuentran el río Bravo, el Salado, el Sabinas, el Alamo, el San Juan, el Santa Catarina, San Lorenzo, el Conchos, el Pilón, el Salinas, el de La Silla, el San Antonio, el Blanco, el Ramos, y el río Pesquería.

 

Este último río fue el que dio origen a varios pueblos, entre ellos Los Herreras, Nuevo León, lugar donde disfrutamos la niñez: De niños nos bañamos en sus aguas y jugábamos entre las peñas. Es la corriente pluvial más importante en el municipio de los Herreras, Nuevo León. Con el nombre de río Chiquito, y más antiguamente arroyo de los Muertos, éste se interna en Nuevo León proveniente de Coahuila por un cañón y pasa por Mariposa y Rinconada.

 

Más adelante cruza los municipios de García, General Escobedo, Apodaca y Pesquería, donde recibe la afluencia de los arroyos Pedregoso y Apodaca. El río Salinas y los arroyos Papagayos, Aguanaval y otros, son igualmente afluentes del río Pesquería que, después de cruzar por el Sur de la cabecera municipal de los Herreras, toma la dirección Este, para desembocar unos 25 kilómetros al Oriente en el río San Juan, en las inmediaciones de la cabecera municipal de Doctor Coss.

 

Muchas cosas han cambiado en el pueblo. La gente que un día bañó sus cuerpos en las aguas de este río, ya no está. Ahora son polvo. Pero el río permanece, aunque Heráclito insistía en que sus aguas ya nos son las mismas. ¿Acaso nosotros somos los mismos?

 

En el incesante devenir del tiempo, todo viene y va. Es un constante fluir. Han transcurrido muchos siglos de historia. EL agua recorre una y otra vez el camino en una corriente infinita.

 

Pero no sólo a Heráclito le han llamado la atención los ríos. Son numerosos escritores los que les han cantado. Uno de ellos, el ruso Antón Chejov, se refería en 1890 al majestuoso Yenisey, con las siguientes palabras:

 

         “En toda mi vida no he visto un río más impresionante que el Yenisey. Si lo comparamos con el elegante, reservado y pensativo Volga, el Yenisey es un poderoso e impetuoso gigante que da la impresión de no saber qué hacer con su juventud, con su fuerza... EL Volga nace con audacia, pero termina su curso con un gemido que recuerda un canto fúnebre. Sus dorados sueños han dado paso a esa desesperanza universalmente conocida con el nombre de pesimismo ruso. El Yenisey, por el contrario, comienza su vida con un gemido y la concluye con tal apoteosis que el espíritu apenas puede imaginarla. Al menos esa es la sensación que experimento mientras contemplo deslumbrado, desde la orilla, las tumultuosas aguas del bullicioso Yenisey que, con una rapidez y violencia inusitadas, se precipita hacia el austero océano Ártico.

 

Y luego agrega:

 

“Su cauce es demasiado estrecho para albergar sus impacientes aguas. Sus olas se estrellan unas contra otras, se atropellan, giran vertigionosamente, formando gigantescos remolinos. Parece increíble que este indomable coloso no haya desmantelado aún sus riberas y hecho saltar en pedazos los enormes peñascos que salpican su lecho... Krasnoyarsk, que se levanta sobre esta orilla del río, es la más bella de todas las ciudades siberianas... Absorto en mis contemplaciones, pensaba que, algún día, una vida ardiente e inteligente iluminaría estas riberas...”

 

 Volvamos al río Pesquería. Sin ser tan grande, el Pesquería tiene lo suyo. Es un río con vida, desde sus orígenes, desde su fuente original, hasta el sitio en donde tributa sus aguas al San Juan. Es un río que se identifica con las tierras que baña. Y tal vez por la aridez y clima de estos suelos, su presencia es todavía mucho más apreciada.

 

A la orilla del río, además de Los Herreras, varios pueblos han iniciado su vida. El río ha contemplado innumerables amaneceres y en sus aguas se ha reflejado el cielo con sus nubes y sus astros, desde antes de que el hombre inventara los espejos.

 

Desde el cielo, el Pesquería se puede admirar como un hilo de agua que se desliza a través de un suelo árido. Su caudal no es de gran volumen, pero es permanente. Unas veces –las más- es sereno y otras tempestuoso. En varias ocasiones se ha desbordado y ha puesto en peligro a la población.

 

De las crecidas más importantes, se recuerdan las de los años de 1909, 1938 y 1988.

 

Desde que salí del pueblo, muchas veces he egresado a este lugar y muchas otras lo he recorrido desde lejos con la mente. Es hermoso observar la grandeza de la roca milenaria que permanece en el mismo lugar o del árbol que sigue de pie, aferrado a sus raíces. Muchos ríos corren al mismo tiempo, pero –para nosotros- este tiene lo suyo. El agua fluye por su cauce, como la sangre por nuestras venas.

 

El río viene a ser como un símbolo de la permanencia y al mismo tiempo del cambio. Está en constante movimiento y, sin embargo, sigue en su sitio.         Quien se acerca al río y se dispone tranquilamente a ver pasar el agua, gota a gota, y a disfrutar el tiempo, segundo a segundo, podrá escuchar la voz del río, ese murmullo que es el eco de lo que ha pasado y lo que está por venir. El rumor del río es el rumor del tiempo. Todo fluye e influye. Transcurren los años y el agua, se desliza. El tiempo es agua y el agua es vida.

 

Cuántas veces hemos dibujado imágenes en el río. Su presencia se borra al instante. Al impacto de una piedra, el agua danza formando círculos que se repiten uno tras otro hasta desaparecer.

 

A solas con el río y el cielo, hemos acudido alguna vez a este sitio en busca de respuestas. Otros, han echado el anzuelo al agua intentando atrapar un pez o recuperar el tiempo. Pero todo pasa. Por fortuna, el río continúa ahí, aunque sus aguas ya no sean las mismas.

 

He de concluir y lo haré con un poema de Jorge Luis Borges: “Mirar al río hecho de tiempo y agua/y recordar que el tiempo es otro río/saber que nos perdemos como el río/y que los rostros pasan como el agua/ Sentir que la vigilia es otro sueño/que sueña no soñar y que la muerte/que teme nuestra carne es esa muerte/de cada noche, que se llama sueño/

 

Ver en el día o en el año un símbolo/de los días del hombre y de sus años/convertir el ultraje de los años/en una música, un rumor y un símbolo/ver en la muerte el sueño, en el ocaso/un triste oro, tal es la poesía/que es inmortal y pobre. La poesía/ vuelve como la aurora y el ocaso/A veces en las tardes una cara/nos mira desde el fondo de un espejo;/el arte debe ser como ese espejo/que nos revela nuestra propia cara/ Cuentan que Ulises, harto de prodigios/lloró de amor al divisar su Itaca/verde y humilde. El arte es esa Itaca/de verde eternidad, no de prodigios/

 

“También es como el río interminable/que pasa y queda y es cristal de un mismo/Heráclito inconstante, que es el mismo /y es otro, como el río interminable.”