03/May/2024
Editoriales

Aristipo de Cirene

He leído muy poco de Aristipo, que fue uno de los mejores filósofos de Grecia. Su obra desapareció, quedando sólo algunas de sus anécdotas escritas por sus coetáneos, y unas cuatro cartas que sobrevivieron al tiempo. Fue el primer alumno de Sócrates que enseñó filosofía cobrando por ello. Aunque con los ingresos que recibía era generoso e incluso intentó ayudar a su maestro Sócrates enviándole veinte minas o dos mil dracmas, el maestro se las regresó diciéndole: No permite mi genio recibirlas. 

La vida de Aristipo fue de gozo, hijo de ricos, siempre tuvo todo tipo de placeres: llegó a tener tres amantes al mismo tiempo. 

Al igual que Platón, Aristipo visitó a Dionisio, tirano de Siracusa, quien le ofreció una vida de lujo, misma que aceptó condicionada a que él no participaría en la política. Una vez, un criado de Dionisio intentaba arrancarle una alabanza referida a la belleza de los salones del palacio de su señor, mostrándole los estupendos pisos de mármol, las alfombras riquísimas, las bellas estatuas y los originales tapices que colgaban de las altas paredes y le preguntó: Aristipo ¿no es un recreo para los ojos tanta riqueza y ornato? Aristipo sentía en ese momento necesidad de escupir, no atreviéndose a hacerlo en el suelo ni en las paredes que tanta estima merecían al criado aquel, así que le escupió la cara. 

Pero eso sí, se disculpó: “No querrías que hubiera manchado con mis escupitajos tanta hermosura, y por eso te escogí a ti para hacerlo, por considerarlo en este momento el lugar más sucio”. 

Aristipo cifró la felicidad en el placer, de modo de que se es más o menos feliz de acuerdo con el grado de placer que se encuentre, y como el placer más intenso es el que se encuentra en los sentidos, se deduce su tesis. La prudencia debe erigirse como la única guía a la hora de buscar placer a fin de elegir el adecuado, y aunque parezca contradictorio, postulaba que el hombre sabio debe evitar ser dominado por el placer; debiendo sobreponerse a él. Combinaba las enseñanzas de su filosofía con los placeres de la vida. Diógenes Laercio ofrece en su obra “Vida de filósofos” una larga lista de obras escritas por Aristipo, pero no se conservaron. 

En cierta ocasión Aristipo le cobraba quinientos dracmas a un amigo que quería que educara a su hijo.

 _Eso es mucho dinero, con esa cantidad podría mejor adquirir un esclavo. 

Aristipo le contestó: _”Ve y cómpralo y así tendrás dos”. 

Sin embargo, su soberbia era algo odiosa: una vez iba en un barco a Corinto y una tormenta amenazaba con zozobrar la embarcación, y Aristipo estaba temblando de miedo. Los marineros le dijeron: _Aristipo, nosotros los ignorantes tememos por nuestra vida, pero tú que eres filósofo no puedes sentir más miedo que nosotros”. La respuesta fue: _”Tomen en cuenta que no se trata de pérdidas semejantes