La epidemia de heroína que devasta actualmente a las clases medias norteamericanas es sin duda la base del "poderío" que actualmente muestran los cárteles de la droga mexicanos así como las "demostraciones de fuerza" que han dado al asesinar al periodista Javier Valdez en Sinaloa o a la activista Miriam Rodríguez en Tamaulipas, o con sus acciones en Puebla y Guerrero de los últimos días, desafiando abiertamente al estado y a toda autoridad.
Según informes combinados de la DEA o el Departamento de Estado, el consumo de heroína se multiplicó "10 veces en nueve años" hasta el 2015 y en este momento existen ya más de 2 millones de adictos a esa droga principalmente entre familias de clase media o de trabajadores en regiones como el "cinturón de óxido" en los que fueran los estados más industrializados de EU en el pasado como Ohio o Pensilvania. Según el mismo Departamento de Estado esos adictos consumen heroína principalmente de México con un 94% del total viendo de nuestro país. Eso representa, según cifras conservadoras, unos 13,500 millones de dólares al año (más de 300 mil millones de pesos) en ventas de la droga en la calle y se ha vuelto el negocio favorito de los cárteles mexicanos debido a que el consumo de cocaína o marihuana, por ejemplo, sólo ha aumentado entre 4 y 5% cada año recientemente.
El cártel de Sinaloa comandado hoy por el "Mayo" Zambada es sin duda el mayor exportador de heroína en el país y esto lo ha declarado el propio secretario de la defensa Gral. Salvador Cienfuegos. Sin embargo, la Familia Michoacana, el cártel de Jalisco Nueva Generación, los Tequileros o los Guerreros Unidos son cárteles que operan y se disputan rutas y mercado en el estado de Guerrero o Michoacán zonas consideradas ahora como productoras de un 30 % o más de las heroína que se "exporta" hacia Estados Unidos.