Espectáculos

Gael García Bernal habla sobre su regreso a la silla de director, "Aquí en la tierra"

Que el mexicano Gael Garcí­a Bernal actúe y produzca ya no es noticia, que escriba y dirija es menos habitual. Todo esto lo hace en "Aquí­ en la tierra", una teleserie colectiva para la Fox América Latina que se rueda en México.

Hace cerca de una década que el protagonista de "Mozart in the Jungle" debutó como realizador con "Déficit", y desde entonces ha dirigido varios cortos y segmentos para largos colectivos. "En ese entonces fue un aprendizaje brutal. Algo que hice en esa pieza y jamás volverí­a hacer es ser el protagonista y el director. Salí­a en todos los planos de la pelí­cula. No lo disfruté para nada. Para hacer algo así­ uno tiene que ser un Woody Allen", afirma el tapatí­o.

"'Déficit' -agrega en declaraciones a El Espectador- fue una pelí­cula que, si la hubiéramos hecho cuando existí­an estas plataformas digitales, la habrí­amos vuelto serie. Ahí­ nacieron estos dos personajes: Carlos y Adán; en la pelí­cula se llamaban Adán y Cristóbal. Son dos chicos que nacen juntos y que crecen en esta condición que tenemos en Latinoamérica, donde uno es el hijo del patrón y el otro el hijo del que trabaja. Crecen juntos y se separan por cuestiones complicadas. Nos intrigaban mucho esas relaciones. ¿Por qué la gente se separa? ¿Qué pasa si antes eran hermanos?".

El cine y la televisión son los dos medios donde Garcí­a Bernal ha podido brillar casi a partes iguales. "Hace cinco años -recuerda- me propusieron hacer 'Mozart...', una serie ví­a streaming acerca de música clásica. Nadie sabí­a eso con qué se comí­a. Estamos en un momento muy interesante. Ahora la televisión se hace cada vez más parecida al cine: la misma calidad, el mismo poder. Sin embargo, las series tienen una necesidad, un í­mpetu dramático. El cine es más poético. El cine es poesí­a. Hoy en dí­a, una buena pelí­cula no tiene que ser una buena historia. Una buena pelí­cula es toda una experiencia. En cambio, una serie tiene ese armatoste que necesita una lí­nea narrativa novelesca que evoluciona y va llevando. Y como actor, la gran diferencia es la relación que se tiene con los personajes. Yo, por ejemplo, a Rodrigo (el papel que interpreta en 'Mozart') lo tengo en mi corazón. Si ahorita tengo que interpretar a Rodrigo sé qué pizza pedirí­a, sé dónde se estacionarí­a si manejara. Lo entiendo muy bien y me pertenece; eso es algo que en el cine no pasa. A veces, al final del rodaje, dices como 'Ah, de eso iba este tipo. Ya sé. Volvamos a empezar'. Te quedas con esa cosita. En el cine es una especie de Frankenstein lo que se arma, uno puede tener una propiedad de lo que se está haciendo, pero al final es un manejo de la sintaxis que queda fuera de tus manos. En las series, los actores se vuelven dueños de los personajes. Son cocreadores. No es que esto pase siempre, pero es lo que he vivido".

El excharolastra de "Y tu mamá también", que vive a caballo entre México y Estados Unidos, alterna trabajos en ambos paí­ses, pero también en Europa y otros lugares de América Latina. Se plantea su trabajo como algo más allá del mero entretenimiento, y subraya que le interesan las pelí­culas con un mensaje polí­tico y social. "Yo he dejado de hacer muchas cosas porque no van con mi filosofí­a y aunque duela hay que ser corajudos. Lo vimos en No y Neruda, interpretando papeles polí­ticos. Esta serie está cargada de ese tema", asegura.

Y añade: "Todas las pelí­culas son polí­ticas. La salida fácil es que todo lo vivo y complejo conlleva una dimensión polí­tica. Vivimos en un continente muy politizado. Tengo un genuino interés. Me tocó vivir una época de cuando no se hací­an pelí­culas a cuando se comenzaron hacer, y ese auge no sólo se concretó en cuestión de cifras —eso siempre hay que dejarlo afuera—; trascendió en otra cosa, en una discusión. Hay pelí­culas que se volvieron instigadoras de una discusión: es el cine que nos toca hacer. Para mí­, por mi interés y porque también es mi manera de entender el mundo, es el único cine que me interesa. La dimensión polí­tica es algo que tiene que estar. La polí­tica es ese ejercicio desarrollador de encuentros. La polí­tica es pasión humana, 100 % patológica. Mira el ejemplo de Estados Unidos. No me interesa un cine que no nos dé cachetadas".