23/Apr/2024
Editoriales

Nuestro futuro

 

Toda la capacidad de la especie humana se pone a prueba cada vez que hay una conmoción universal, como las guerras mundiales o las pandemias. En la historia de la humanidad siempre se registra una alternancia entre la crisis y el progreso, pero en todos los casos se ha pagado un precio. Como cuando el imperio romano dominaba y culturizaba al mundo conocido en aquel tiempo, a su caída siguieron mil años de oscurantismo, guerras y divisiones.

Este proceso de alternancia es válido también al interior de cada una de las naciones que configuran el mapamundi, y el caso mexicano no es la excepción. La desolación y pobreza se han solazado en México una vez superadas las traumáticas guerras de Independencia, Reforma, Invasión norteamericana, Intervención francesa y la Revolución mexicana. En todos los casos, superado el fenómeno que causó la conmoción, la nación pagó el precio de su triunfo y retomó el sendero del progreso. Así será seguramente una vez que se derrote a esta infame pandemia del Coronavirus, pero desafortunadamente no podremos saltar como si fuera un pequeño charco de agua inmunda la consecuencia inicial previa a la recuperación, para quedar con nuestras ropas cien por ciento impolutas. No.

Habrá pobreza mayor en amplios segmentos de la sociedad, y posiblemente se presenten aspectos inéditos de fenómenos como hambrunas e incremento de la violencia. No debemos ser agoreros, pero tampoco pensemos que mañana se irá la pandemia y que regresaremos al mundo artificial que habíamos construido. Desde luego que pagaremos el precio, y a partir de eso seguramente retomaremos el camino de la recuperación para alcanzar nuevos niveles superiores. Nadie sabe cuánto tiempo se tomará ese proceso y es posible que sea hasta la siguiente generación, pero ésta, la actual, tiene la obligación de pagar el costo de los platos rotos, porque asistió a la fiesta y la disfrutó, mal o bien.