28/Apr/2024
Editoriales

Los mantenidos

Un hombre que tenía dos perros enseñó a uno a cazar y al otro lo destinó a guardar la casa. Cuando el que cazaba, muerto de fatiga, volvía del campo cargado de botín, se lo comían los dos perros.

_Esto es una injusticia -decía el primer perro al segundo-, 

¿Porqué tú, que no trabajas, has de alimentarte a mi costa?

_Tienes razón –contestó el perro guardián- pero no me acuses a mí, sino al amo, que en vez de enseñarme a trabajar, hizo que yo comiera del trabajo ajeno.

Esopo enviaba mensajes profundos a través de sus aparentemente sencillas fábulas.

En esta nos dice que todos debemos ganar nuestro sustento, y quien trabaja no debe compartir el producto de su esfuerzo con uno que no lo haga.

Desde luego que actualmente ese razonamiento contiene cierto grado de injusticia, pues hay gente que no trabaja porque no puede hacerlo debido a algún problema físico o de otra índole.

También hay quienes no trabajan porque no hallan empleo, ya sea por su edad, o su exigua preparación académica, o por algún otro impedimento especial.

Para eso existen grupos organizados de la sociedad que colectan apoyos entre quienes pueden darlos para ayudar al que lo necesita.

Y desde luego que los gobiernos tienen la obligación de apoyar a estas personas con programas sociales que incluyan la consecución de empleos, o apoyos financieros para que puedan emprender algún pequeño negocio, o con alimentos o, en el último de los casos, con dinero en efectivo.  

Sin embargo, los programas asistenciales que conllevan recursos líquidos tienen el inconveniente de convertirse en hábito, y eso no beneficia a nadie, ni siquiera al que los recibe, pues su auto estima termina derrumbándose.

Lo preocupante es que mucha gente recibe dinero en efectivo. Al menos son nueve millones de adultos mayores que reciben un cheque mensual de 3,100 pesos; cuatro millones de jóvenes que disfrutan de becas para estudiar preparatoria; un millón 800 mil jóvenes de Construyendo el Futuro que reciben 2 mil 400 pesos mensuales; 400 mil estudiantes reciben también 2 mil 400 pesos mensuales cada uno.

Hay más programas que derraman recursos entre la gente necesitada, y todos son buenos si realmente los requieren, pues como en todo, hay quienes abusan porque les llega el dinero sin tener necesidad y lo toman sin ningún rubor.

Sin embargo, aunque parezca un contrasentido, esos casos no preocupan, pues las personas abusivas seguirán siéndolo siempre, con y sin esos recursos.

Lo preocupante es que a la gente que sí necesita el dinero para subsistir, se le debe apoyar también para solucionar realmente su problema, pues acostumbrarse a recibir esa ayuda puede terminar conformándose, y eso hará que sus familiares terminen viéndola como personas mantenidas.