20/Apr/2024
Editoriales

Aprender a pensar

 

Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nobel de Química en 1908, contaba que un maestro preguntó a un alumno de Maestría en Física cómo mediría la altura de un edificio con un barómetro. El estudiante respondió: Llevar el barómetro a la azotea y atarle una cuerda larga, descolgarlo hasta la base del edificio, marcar la cuerda y medirla. La respuesta era correcta pero no del nivel científico esperado, así que le dio seis minutos para que diera otra respuesta. Al llegar al minuto 5 sin que el joven escribiera nada le preguntó si quería desistir, pero le dijo que había demasiadas respuestas al problema y no se decidía por alguna de ellas.

En el último minuto respondió: desde la azotea se lanza el barómetro al suelo, se mide con un cronómetro el tiempo de caída y se aplica la fórmula altura es igual a 0.5 por A por T2, y así se obtiene la altura. Lo calificó con un diez. Fuera de clase le preguntó al estudiante que le contara sus otras respuestas. Hay muchas maneras, dijo, por ejemplo: tomas el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, se obtiene la altura del edificio. Bien, ¿y qué otra forma hay? Le contestó: Este es un procedimiento muy básico, pero también sirve: Te sitúas con el barómetro en planta baja en las escaleras del edificio. Según subes las escaleras, vas marcando en la pared la altura del barómetro y cuentas el número de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el número de marcas y ya tienes la altura del edificio. Hay procedimientos más sofisticados como atar el barómetro a una cuerda y moverlo como un péndulo.

Si calculamos que cuando el barómetro está a la altura de la azotea la gravedad es cero, y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla fórmula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio. En este mismo estilo otra solución es: atar el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su período de presión. Existen muchas maneras, pero tal vez la mejor sea tomar el barómetro e ir con el conserje a decirle: Señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro, si usted me dice la altura del este edificio, se lo regalo. En este momento de la conversación, el maestro le preguntó si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares). Dijo que sí, pero sus estudios le obligaban a aprender a pensar. El estudiante era Niels Bor, físico danés, Premio Nobel de Física en 1922, el primero en proponer el modelo de átomos con protones y neutrones y los electrones que lo rodeaban. Fue todo un innovador de la teoría cuántica.