02/May/2024
Editoriales

Las ligas mayores de la política

Quien llega a las ligas mayores de la política en cualquier país del mundo, en forma especial en México, entra a un nivel que permite hacer historia, para bien o para mal, no sólo del país, sino también en lo personal.

  Hay muchos ejemplos de políticos que llegaron a las ligas mayores para su mal. Uno de ellos es Francisco R. Serrano Barbeyti, un sinaloense nacido en 1886 que estudió para contador y tenedor de libros, a quien le iba bien en su profesión hasta que en 1910 se sumó al maderismo para combatir a Porfirio Díaz, llegando a ser capitán 2º y, al triunfo de la revolución, regresó a su vida civil. 

  Sin embargo, su paso por el ejército le dio estatura política, así que fue llamado a ser secretario particular del gobernador sonorense José María Maytorena, hasta que se enteró del asesinato de Madero. 

  Ante este magnicidio, Serrano renunció a su cargo para integrarse al movimiento constitucionalista de Venustiano Carranza, a las órdenes de Obregón. 

  En esa segunda etapa de la revolución, destacó al grado de que lo ascendieran a general de brigada, y pronto su nombre se hizo famoso por participar en las campañas contra huertistas, villlistas, zapatistas, yaquis y en la rebelión Delahuertista. 

  En una veintena de estados del país su nombre era reconocido como un gran militar. Debido a esa fama fue nombrado oficial mayor de la secretaría de Guerra y Marina y subsecretario de esa misma dependencia. 

 

  En 1924 llegó a ser nada menos que el secretario de Guerra y, en 1926, gobernador del Distrito Federal; es decir, entró a las ligas mayores de la política, y en ese nivel los errores cuestan. El general Francisco R. Serrano registró su candidatura para la presidencia de la República en las elecciones de 1927, y el cerrado sistema político democrático callista no estaba para aperturas democráticas, así que se le consideró traidor y en forma inmediata fue aprehendido en Huitzilac, Morelos. Sin absolutamente ningún miramiento, fue ejecutado junto a trece de sus seguidores que lo acompañaban. Este acto hasta la fecha no ha sido debidamente aclarado, ni se menciona por ser vergonzoso. Desde luego que la política anti democrática ya no existe… ¿verdad?