01/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Enero 12 de 1829: llega Vicente Guerrero a la presidencia de la República, luego de que el electo Manuel Gómez Pedraza renunció a su triunfo y el Congreso decidió dárselo a quien había ocupado el segundo lugar en la votación. Y más grave fue que al tercer lugar en el proceso electoral, Anastasio Bustamante, lo nombró vicepresidente. Esta pésima decisión del cuerpo legislativo provocó graves problemas que marcarían el rumbo del país en el Siglo XIX. Guerrero y Bustamante tomaron sus cargos el 1 de abril de 1829, y había optimismo porque ambos eran militares que habían participado en muchas batallas, y en forma especial, Guerrero, quien era el consumador de la Independencia nacional cuando, en representación de los insurgentes, se sumó al proyecto de pacificación de Agustín de Iturbide.

Fueron casi veinte años de luchas y sacrificio, así que cuando Guerrero se sentó en la silla presidencial, se dedicó a asuntos urgentes como reglamentar las actividades de La Casa de la Moneda, a abolir los estancos del tabaco, y reordenó las actividades mineras. Le tocó defender exitosamente, apoyado en Antonio López de Santa Anna, la soberanía nacional en contra de España que, por conducto de la incursión de Isidro Barradas, pretendía reconquistar lo que había sido La Nueva España. Firmó una amnistía para que todos aquellos que se habían levantado en armas después de consumada la Independencia, pudiesen regresar al país. La historia de Vicente Guerrero es una tragedia, pues su vicepresidente Bustamante le dio un golpe de estado en febrero de 1831, encarcelándolo y fusilándolo en Cuilapan, Oaxaca, gracias a la traición del marino genovés Francisco Picaluga. Bustamante se quedó con la presidencia de la República, pero de ninguna forma se solucionaron los problemas políticos, sino todo lo contrario, la violencia duró el resto del siglo XIX. Triste historia la de nuestro país, preñada de hombres ambiciosos que se obsesionaron con el poder político.