02/May/2024
Editoriales

ARTE Y FIGURA 10 11 22

Continuamos con Libro “Antonio Bienvenida, El Arte del Toreo”, por José Luis Rodríguez Peral

     Paco Gorráez

 

Termina el año de 1937. La época de oro del toreo en México empezaba a brillar con fulgor deslumbrante. Los toreros nacionales llenaban las plazas domingo a domingo, durante todo el año, la plaza de El Toreo era escenario de formidables hazañas de valor y arte, con las cuales matadores y novilleros mexicanos demostraban su pasaporte a la gloria taurina.

 Esa temporada grande, o formal, como se les llama aquí desde tiempo inmemorial, para marcar la diferencia con la temporada chica o de novilladas, recibió la alternativa por segunda vez un torero nacido en Querétaro que había empezado como becerrista. Con gran éxito inicial, Luis Freg le había dado la primera alternativa hacía ya tiempo, en 1929, atestiguando Ortiz y Vicente Barrera, con 8 de Atenco.

 Pero al correr de los años sin reverdecer laureles, decide volver a torear como novillero y llega otra vez a la alternativa, en esta ocasión de manos de Balderas, con Garza de testigo y toros de San Mateo, un cartel de la máxima categoría que inauguraba con fuera la temporada invernal 1937-38.

 Gorráez torea otras tres corridas durante el ciclo, al lado siempre de ases, a quienes nunca deja de poner sitio con sus alardes de temeridad. Se hace famoso por lo imprevisto de sus proezas: un quite por gaoneeras en el que se fudia con la mole del toro o un estoconazo de antología.

 Para la corrida de la oreja de oro, durante el ventoso mes de febrero de 1938, se anuncia a la quintilla de ases del toreo mexicano: “Armillita”, Balderas, Solórzano, Garza y “El Soldado”, alternando con otros tres toreros que daban codazos para quitarles un puesto en los carteles: “Carnicerito”, Ricardo Torres y Gorráez.

 Sortean 8 de La Laguna, criados por Don Wiliulfo González, único ganadero en el mundo que con la misma raza logra crear dos estilos de toro bravo.

 Hasta la salida del último, parecía que Fermín el Grande iba a aumentar esa tarde su colección de trofeos. Aparece “Turronero” en la arena. El “Cachorro de Querétaro”, el torero “cuña”, sale dispuesto a demostrar el porqué de sus sobrenombres. Después de una lidia apretada y expresiva, le propina una estocada recibiendo.

 Se lleva claro, la oreja de oro. Continúa 8 temporadas más ejerciendo su arte arrojado y fogoso. Se retira en El Toreo junto a “Manolete” y Silverio.

Al último toro, “Carlino” de Xajay, le receta otro estoconazo recibiendo.

 

  Continuará… Olé y hasta la próxima