27/Apr/2024
Editoriales

Guillermo Prieto en Monterrey

Un dí­a como hoy, dos de marzo, en el año de 1897, falleció en Tacubaya, D.F., el ilustre literato Guillermo Prieto. Historiador. Polí­tico, Periodista, liberal. Nació en la ciudad de México, el 10 de febrero de 1818. Prestó grandes servicios a la Patria. Salvó la vida del Presidente Benito Juárez en un decisivo momento histórico, el 14 de marzo de 1854, en Guadalajara Jalisco, cuando, con valentí­a y persuasión se enfrenta a los rebeldes que querí­an ejecutar al Presidente y les dice: "¡Alto, los valientes no asesinan!".

Gran parte del éxito del Presidente Juárez consistió en rodearse de hombres valiosos como Iglesias, Lerdo de Tejada, Guillermo Prieto, Mariano Escobedo y su cochero Juan Idueta, entre otros.

Ellos lo acompañaron y le fueron fieles en los momentos decisivos en que la Patria peligraba y el Benemérito permaneció siempre firme. Ellos estuvieron en Monterrey con el Presidente Juárez cuando Maximiliano llegó a México y la Patria peligraba.

En esta ocasión habremos de referirnos a la presencia de don Guillermo Prieto en Monterrey. En el año de 1864, la ciudad de Monterrey se convirtió en sede de los poderes federales que encabezaba el Presidente de la República, Benito Juárez. Por ese tiempo, se estuvo publicando en la ciudad un semanario que aparecí­a los domingos, titulado "El Cura de Tamajón". Este periódico era editado y dirigido por uno de los más grandes escritores de México, Guillermo Prieto.

Para entonces, el periodismo ya se habí­a iniciado en Nuevo León con el primer periódico que hubo en la región, "La Gaceta Constitucional", el cual comenzó a publicarse el tres de agosto de 1826. Por otra parte, en 1831 se inició la aparición del primer periódico independiente, el cual llevó por tí­tulo "El Antagonista". El director de esta publicación era Manuel M. de Llano.

En aquel tiempo era Gobernador del Estado don Santiago Vidaurri, quien habí­a sido amigo y aliado del Presidente Juárez. Sin embargo, en ese momento de la presencia de Juárez en Monterrey se suscitaron algunas diferencias entre ambos, que culminaron con la salida de Vidaurri del gobierno estatal y su posterior unión al imperio de Maximiliano.

Como se recordará, el Presidente Juárez habí­a tenido que abandonar la ciudad de México. El paí­s sufrí­a la cruel intervención francesa. Cuando Maximiliano llega a México, el Presidente Juárez se encontraba en Monterrey. En esta ciudad se rodeó de personas como el doctor José Eleuterio González "Gonzalitos", Lázaro Garza Ayala, Manuel Z. Gómez y José Marí­a Bení­tez y Pinillos.

Aquí­ haré un paréntesis para recordar unas palabras de don Guillermo Prieto, el 4 de abril de 1888, al enterarse del fallecimiento de Gonzalitos: "El Dr. José Eleuterio González fue un luminar para la ciencia. Un tesoro para la juventud. Un consuelo para la humanidad doliente y un orgullo para Monterrey..."

Don Guillermo habí­a conocido a Gonzalitos durante la estancia del Presidente Juárez y su equipo de gobierno en Monterrey, del tres de abril al 15 de agosto de 1864.

En su peregrinar por el norte del paí­s, lo acompañaban, entre otros, Manuel Doblado, Sebastián Lerdo de Tejada, Jesús González Ortega, Miguel Negrete, José Marí­a Iglesias y Guillermo Prieto. Como hemos dicho, este personaje publicó en Monterrey "El Cura de Tamajón".

"El Cura de Tamajón" era redactado en versos satí­ricos, en los cuales se combatí­a al imperio de Maximiliano. Esta publicación provocó entre los regiomontanos comentarios muy diversos. Las oficinas de este semanario las tení­a en la Casa del Diablo, ubicadas en la esquina noroeste de las actuales calles de Juárez y Allende. Esta casa era llamada así­ porque así­ apodaban a su dueño, Francisco Villarreal.

Por cierto, hubo un momento en el cual Villarreal demandó a Prieto y lo citó ante un juzgado, lo cual sirvií² para que Prieto se riera un poco a costa del vilioso arrendador, quien se puso mí s endiablado que nunca.

El primer número de "El Cura de Tamají²n" aparecií² el domingo 15 de mayo de 1864 y el último, el l5 de agosto del mismo año. Ese dí¬a, el Presidente Juí rez y sus colaboradores tuvieron que abandonar la ciudad, ante la presión del adversario.

Catorce números fueron publicados y su coleccií²n es sumamente rara. Afortunadamente, el licenciado Santiago Roel hijo, hizo una reproduccií²n facsimilar (Monterrey, l967) de los l4 ní¹meros, precedida por un estudio en el que, entre otras cosas, señala:

"Todo está escrito en forma de poemas, salvo un í¹nico escrito polí¨mico en prosa, contestando a D. Francisco Zarco el uso de las palabras "desembarque" y "desembarco" que se utilizaron en una de las poesí¬as satí¬ricas publicadas en el propio "Cura de Tamají²n", con motivo de la llegada del Archiduque Maximiliano a Veracruz. La llegada del austrí¬aco concordí² con la estancia de Juí rez en Monterrey, N. L., provocando incluso aquí¬ la elocuente carta que Juí rez envií² al "Emperador" en respuesta a una suya escrita a bordo del "Novara".

Para dar una idea mí s precisa de la forma en que estaba escrito y del contenido de este periódico, vamos a transcribir algunas lí¬neas de la cancioncilla "¡Crepí¹sculo lejano!":

"¡Crepúsculo lejano,/ de un sol oscurecido,/Que en sombras y en olvido,/Se ve medio ocultar./Recuerdo de la tierra: /Do halló mi vista el dí­a.../Bella eres, patria mí­a. / Con gloria y libertad. / Bella eres, circundada /De montes peregrinos;/ Las perlas del rocí­o/ En lagos cristalinos, /Mirando tu beldad".

Y más adelante agrega: Frontera de mi patria; /Su escudo, su baluarte, /Quisiera saludarte / Con cántico inmortal./ Que se alce de tus sierras/ El sol de la esperanza:/ Al grito de venganza/ De gloria y libertad.

También asuntos locales interesaban al editor de "El Cura de Tamají²n". Cuando Manuel Z. Gí²mez es designado Gobernador del Estado, en el semanario se publica lo siguiente:

"Z. Gí²mez D. Manuel, /Querido amigo y Señor /Pues ya sois Gobernador/ No hay mas que arriesgar la piel, /Nada de mucho papel/ Sino polí­tica franca/ Nada de justicia manca./Sino entera por tu vida./ Al bueno, la alma y la vida/ Mas con los pí­caros, tranca. /No permitas disidencia, /Entre los de allá y de aquí­,/Que í  todos importa, sí­,/ Y mucho la independencia. / Si notaras diferencia /Dale al que se alce primero/ O mexicano ó reynero./ Y más si fueren traidores, / Nada Manuel no te atores,/ Cuero, cuero, cuero y cuero./ Que haya do vendan las coles,/ Que se quite la basura:/Que al llegar la noche oscura/ Tengan luces los faroles./ Que de matices y frijoles/ Haya mucho y muy barato./ Que no se venda chivato/ En la plaza por carnero,/ Que no te engatuse el clero/ y aunque quemes mi Curato!"

Aunque en el periódico no aparecí¬a el nombre de Prieto, se supone que es í¨l y no otro quien hací¬a los versos, porque al lugar que llegaba Prieto fundaba periódicos satí¬ricos. Ademí s, por el estilo se le identifica. El historiador Victoriano Salado Alvarez menciona "El Cura de Tamají²n" y se lo atribuye a Prieto, afirmando que dicho periódico es el sucesor de "La Chinaca" y "El Monarca", y el órgano que tuvo Prieto para decir injurias a todo bicho muerto o vivo que estuviera contaminado de traicií²n.